La revolución de Chuquisaca es considerada por muchos como el primer movimiento independentista ocurrido en Hispanoamérica. Durante este evento hizo acto de presencia la Campana de la Libertad, instrumento que es actualmente reconocido como un símbolo de la ciudad de Sucre.
Tras conocer la noticia del arresto del fiscal Jaime de Zudañez, los hermanos Joaquín y Juan Manuel de Lemoine partieron rápidamente hacia la Basílica de San Francisco de Charcas donde, armado con un sable, Juan Manuel amenazó a los frailes del convento para que le permitieran hacer uso de una de las campanas de la torre principal. Tan pronto tuvo acceso al instrumento, lo tocó con tal fuerza y ahínco que llegó a romperlo y causar en este una gran brecha como resultado.
El objetivo de este acto fue convocar en ese punto a la población de Charcas, incitarlos a levantarse contra el presidente de la Real Audiencia Ramón García de León y Pizarro por el injusto encierro de Zudañez y exigir su renuncia. La convocatoria resultó un éxito, pues la muchedumbre iracunda invadió el palacio de gobierno y permaneció allí bajo constantes amenazas hasta que finalmente un representante de Pizarro se mostró con el documento en el cual había firmado su dimisión, lo que condujo a su encarcelamiento y la desintegración de su guarnición real.
Cada 25 de mayo, las autoridades correspondientes rinden homenaje a la desde entonces conocida como la Campana de la Libertad como símbolo de la primera muestra de rebeldía y oposición ante el gobierno de la monarquía española, y con ello el precedente del proceso de independencia de los países hispanoamericanos. La misma se encuentra aún presente en la basílica, incluida la fractura que le fue causada hace más de 200 años.
¿Sabías qué?
La historia de la Campana de la Libertad de Sucre guarda una gran similitud con la Campana de la Libertad de Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos. Ambas están rotas, son símbolos reconocidos y reciben el mismo nombre, pues ambas fueron utilizadas en momentos clave de la historia de la independencia de sus respectivos países.
También conocida como la batalla de Yaguachi, fue un combate armado que se libró en la actual provincia ecuatoriana de Guayas, cerca de la zona de Yaguachi, entre las tropas de la División Protectora de Quito y las fuerzas realistas. Este conflicto resultó con la victoria patriota y la independencia definitiva de Guayaquil.
datos de interés
Fecha: 19 de agosto de 1821
Lugar: Yaguachi, provincia del Guayas, Ecuador
Resultado: victoria independentista
Cambios: se logró la independencia de Guayaquil
Beligerantes: Gran Colombia, Guayaquil y División Protectora de Quito contra el Imperio español y su Ejército realista
Comandantes: Antonio José de Sucre contra Francisco González
DESARROLLO
El presidente Aymerich diseñó un plan ofensivo con una tropa comandada por el coronel Francisco González, que había viajado desde Quito para terminar definitivamente con la revolución del 9 de octubre de 1820, fecha en la que Guayaquil proclamó su independencia. La idea consistía en enfrentar a ambos bandos el 20 de agosto de 1821.
Antonio José de Sucre lideraba las fuerzas independentistas y, al conocer las intenciones del ejército español, envió al general Mires a atacar de forma anticipada a los realista en Yaguachi, el 19 de agosto de 1821. La estrategia militar de Mires obligó al bando enemigo a replegarse, reorganizarse y a retroceder lentamente. La batalla terminó con la derrota de los realistas.
¿Sabías qué?
El coronel González se fugó del lugar del enfrentamiento con unos pocos hombres. En el campo de batalla las bajas realistas superaron por mucho a las patriotas, mientras que las fuerzas españolas perdieron cerca de 400 soldados, los independentistas tuvieron unas 20 víctimas.
El éxito patriota restauró el ánimo libertario, razón por la que se expidió el Decreto de Gratitud y Agradecimiento a la República de Colombia al general Sucre y sus oficiales.
Algunas de las más destacadas actuaciones durante esta contienda fueron llevadas a cabo por personajes como el coronel Cayetano Cestaris, el mayor Morán, Abdón Calderon, Baltazar García y de la Rocha y José Ariza, entre otros.
También llamada Junta Protectora de Quito o Ejército de Guayaquil, fue una tropa militar creada después de la independencia de Guayaquil para lograr la liberación de otros pueblos de la Real Audiencia de Quito. Estuvo comandada por el coronel Luis Urdaneta, con León de Febres Cordero como jefe de Estado Mayor
FORMACIÓN
La independencia de Guayaquil se logró el 9 de octubre del 1820, con este suceso se rompieron los lazos entre la Provincia de Guayaquil y el Imperio español. Después de redactar el acta de independencia, la recién organizada Junta de Gobierno provisional pretendía expandir las intenciones emancipadoras hacia otros poblados cercanos, como Quito y Cuenca. De este modo, en noviembre de 1820, se creó la División Protectora de Quito.
La División Protectora de Quito estaba conformada por los batallones Libertadores, Vengadores, Voluntarios de la Patria y Daule, entre otros, bajo el mando directo del coronel Luis Urdaneta y con el coronel León de Febres Cordero como jefe de Estado Mayor.
TRAYECTORIA
Batalla de Camino Real
Fecha: 9 de noviembre de 1820
Lugar: sector de Camino Real, cerca de Bilován, Ecuador
Resultado: victoria guayaquileña
Primera batalla de Huachi
Fecha: 28 de noviembre de 1820
Lugar: sector de Huachi Grande, a las afueras de Ambato, Ecuador
Resultado: victoria realista
Batalla de Yaguachi
Fecha: 19 de agosto de 1821
Lugar: Cantón de Yaguachi, Provincia del Guayas, Ecuador
Resultado: victoria independentista
Segunda batalla de Huachi
Fecha: 12 de septiembre de 1821
Lugar: Huachi Grande, cerca de Ambato, Ecuador
Resultado: victoria realista
Batalla de Tanizagua
Fecha: 3 de enero de 1821
Lugar: Guaranda, provincia de Bolívar, Ecuador
Resultado: victoria realista
Batalla de Pichincha
Fecha: 24 de mayo de 1822
Lugar: faldas del volcán Pichincha, Quito, Ecuador
Resultado: victoria independentista, toma de Quito
¿Sabías qué?
El 6 de abril de 1821, Antonio José de Sucre llegó a Guayaquil y lideró la División Protectora de Quito para partir a Yaguachi.
FIN DE LA DIVISIÓN
Tras la batalla de Pichincha, Sucre entró a la ciudad de Quito y, meses después, en julio, Guayaquil se incorporó a la Gran Colombia. Bajo este contexto, se ordenó la desintegración de la División Protectora de Quito.
Las principales transformaciones políticas de Venezuela en el siglo XIX se llevaron a cabo a través de tres congresos, uno que declaró la independencia, otro que ratificó el sistema federal y el más significativo que se realizó en 1830 con la finalidad de legitimar la separación de Venezuela de la Gran Colombia.
Contó con la asistencia de varios diputados provenientes de algunas dependencias del país:
Ramón Ayala, Pedro Machado, Alejo Fortique, José Luis Cabrera, Manuel Quintero, Pedro Pablo Díaz, José María Vargas, Ángel Quintero, Francisco Javier Yanes y Andrés Narvarte por Caracas
Antonio José Soublette y Juan Álvarez por la provincia de Guayana.
José Tadeo Monagas, Eduardo Antonio Hurtado y Matías Lovera por Barcelona.
Juan José Pulido, Antonio Febres Cordero, Ramón Delgado, Bartolomé Balda y Francisco Unda por Barinas.
Ramón Troconis, Ricardo Labastida y Juan Evangelista González por Maracaibo.
José Grau por Cumaná.
Miguel Peña, Vicente Michelena, José Hilario Cistiaga, Andrés Albizu, José Manuel de los Ríos, José Manuel Landa, Diego Bautista Urbaneja y Francisco Toribio Pérez por Carabobo.
Juan de Dios Picón, Juan de Dios Ruiz y Agustín Chipia por Mérida.
José María Tellería y Manuel Urbina por Coro.
Rafael de Guevara por Margarita.
Domingo Navas Spínola por Apure.
Directiva
Estuvo formada por Francisco Yanes como presidente y Andrés Narvarte como vicepresidente; los secretarios fueron Manuel Muñoz y Rafael Acevedo.
Propósitos del Congreso
Tuvo como finalidad separar a Venezuela de la Gran Colombia y proclamar una nueva Constitución, basada en un sistema de gobierno central federal y así contribuir con la eliminación de los fueros eclesiásticos y militares, el otorgamiento de los derechos a los ciudadanos, el establecimiento de la división de los poderes del Estado en Ejecutivo, Legislativo y Judicial y la prohibición de la reelección inmediata de los presidentes, entre otros. Esta Constitución estuvo vigente por 27 años.
Valencia como sede del Congreso
Esta provincia fue escogida como sede del evento, debido a que era el lugar donde residía José Antonio Páez quien era el Jefe Civil y Militar del Departamento de Venezuela; además en este lugar tuvo origen el movimiento separatista conocido como La Cosiata, que ocurrió entre los años 1826 y 1829.
Constitución de 1830
Finalmente, el Congreso proclamó la nueva Constitución de Venezuela, por lo que los objetivos de Páez se cumplieron y luego de la disolución de la Gran Colombia se catalogó como el primer Presidente Constitucional de Venezuela.
¿Sabías qué...?
Con esta Constitución se mantuvo la pena de muerte, ya que los legisladores la consideraron como necesaria.
Esta Constitución estaba formada por un preámbulo y 228 artículos distribuidos en 28 títulos; en ella,se estableció que el territorio nacional comprendía todo aquello que hasta 1810 se señaló como Capitanía General de Venezuela. Ante esto, la república quedaba independizada de cualquier dominio extranjero y no podía ser establecida como patrimonio personal de ninguna familia o persona.
Títulos de la Constitución Venezolana
TITULO 1. De la nación Venezolana y de su territorio.
TITULO 2. Del Gobierno de Venezuela.
TITULO 3. De los Venezolanos.
TITULO 4. De los deberes de los Venezolanos.
TITULO 5. De los derechos políticos los Venezolanos.
TITULO 6. De las elecciones en general.
TITULO 7.De las asambleas parroquiales.
TITULO 8. De las Asambleas, o Colegios Electorales.
TITULO 9. Disposiciones comunes a las asambleas parroquiales y colegios electorales.
TITULO 10. Del Poder Legislativo.
TITULO 11. De La Cámara de Representantes.
TITULO 12. De la Cámara del Senado.
TITULO 13. De las funciones económicas y disposiciones comunes a ambas Cámaras.
TITULO 14. De las atribuciones del Congreso.
TITULO 15. De la formación de las leyes y de su promulgación.
TITULO 16. Del Poder Ejecutivo.
TITULO 17. Del Consejo de Gobierno.
TITULO 18. De los Secretarios del despacho.
TITULO 19. Del poder judicial.
TITULO 20. De la Suprema Corte de Justicia.
TITULO 21. De las Cortes Superiores de Justicia.
TITULO 22. Disposiciones generales en el orden judicial.
TITULO 23. De la administración interior de las provincias.
TITULO 24. De los gobernadores de provincia y jefes de cantón.
TITULO 25. De la fuerza armada.
TITULO 26. Disposiciones generales.
TITULO 27. Del juramento de los empleados.
TITULO 28. De la observancia, interpretación, y reforma de la Constitución.
La Constitución de 1830 declaraba como venezolanos a los hombres que habían nacido en el territorio nacional o que eran de padre o madre venezolanos nacidos en territorio de la Gran Colombia, y para que lograran disfrutar de los derechos ciudadanos requerían además:
Estar casado o ser mayor de 21 años.
Tener una propiedad raíz con un rendimiento anual de cincuenta pesos, o bien, ejercer alguna profesión u oficio cuyo ingreso al año llegara a los cien pesos.
Poderes del Estado
La división de los poderes del Estado quedaron de la siguiente manera: Poder Ejecutivo ejercido por el Presidente de la República, el vicepresidente y algunos ministros; el Poder Legislativo constituido por el Congreso Nacional y el Poder Judicial representado por la Corte Suprema, las Cortes Superiores y los Tribunales menores.
La República de la Gran Colombia fue un hermoso proyecto bolivariano que para su consolidación necesitaba de la unidad de todos los factores influyentes de la época, pero eso era casi una utopía en las condiciones de las primeras décadas del siglo XIX. Bolívar intentó todo para salvarla, pero la tiranía fue la solución deseada por muchos.
¿Tiranía o democracia?
La tiranía es un régimen que a diferencia de las democracias no garantiza los derechos humanos de los ciudadanos y el poder se concentra en grupos pequeños que mantienen métodos autoritarios de gobierno. Por su parte un régimen político lo constituye el conjunto de las instituciones que participan de la forma de llegar al poder y su ejercicio como tal, como es el caso del Consejo Electoral, los ministerios, tribunales y otras instituciones. Los gobernantes, ciudadanos, líderes de grupos sociales y partidos políticos, son actores que participan en el juego político, en base a reglas preestablecidas que pueden ser escritas, como es el caso de las constituciones y otras leyes, o tácitas, provenientes de la costumbre y la práctica política.
¿Sabías qué...?
El federalismo es la organización de un país en distintos estados que tienen amplias competencias propias y se deben a un gobierno central.
En los regímenes democráticos existe la igualdad de derechos y la libertad participativa en los asuntos político-sociales, considerados estos valores insustituibles. En cambio, en una tiranía, las garantías constitucionales y la fuerza ejercida por los grupos de poder sobre otros grupos se manifiesta en forma autoritaria. El autoritarismo es una ideología basada en la desigualdad entre los ciudadanos, la jerarquización de las sociedades y la obediencia incondicional de los sometidos al orden de poder conformado como un bien superior.
Dictadura, democracia oligárquica y totalitarismo
En una dictadura la característica esencial es la concentración del poder político y las funciones de gobierno en una persona o un pequeño grupo. Ese grupo de poder, generalmente son militares, que ejercen el gobierno por tiempo indefinido, rompiendo las reglas preestablecidas y haciendo caso omiso de las leyes. Se consolidan en el poder utilizando métodos represivos, como la persecución, el encarcelamiento y hasta la muerte de los opositores. De esta forma logran mantener las grandes masas alejadas de la práctica de la política.
La democracia oligárquica, por su parte, se caracteriza por la conformación de una alianza entre el grupo en el poder y la minoría oligárquica, que tiene las posibilidades de alcanzar los votos, ya que los puestos principales son elegibles. De esta forma se manipulan los resultados o se logra la participación de menos votantes. Este sistema no respeta el consenso y la voluntad popular. Generalmente aparece en sistemas agrícolas y mineros que mantienen tradiciones y ritos religiosos muy marcados.
Cuando una sociedad es regida por un partido político que ejerce su poder y, mediante una ideología oficial, impone su programa y fusiona estado y sociedad, llevando la política al ámbito privado, estamos en presencia del totalitarismo. Lo esencial para mantener el poder en este sistema es la unidad de todos los miembros de la sociedad, a los que se adoctrina y se aterroriza, mediante el uso de la fuerza policíaca y la propaganda en los medios de comunicación masiva y las escuelas.
Gobernar mediante decretos
Desde el 24 de junio de 1828 hasta marzo de 1830, Simón Bolívar gobernó la Gran Colombia mediante decretos presidenciales, obviando la Constitución. Esta forma de ejercer el poder es una característica de las dictaduras.
Bolívar: ¿Demócrata o dictador?
Luego de su actividad de gobierno en Ecuador y Perú, Bolívar regresa, en 1826, a Colombia, donde asume la presidencia. Pero, ¿qué encuentra el Libertador? Las fuerzas estaban divididas, la dispersión y las conspiraciones se sucedían. El propio vicepresidente fue uno de los sublevados. Existían dos posiciones bien diferenciadas: de una parte los conservadores, empeñados en que Bolívar mantuviera un régimen unitario, mediante medidas fuertes para el mantenimiento del orden. Por otra parte, Santander y sus partidarios apoyaron la política liberal. Estos lucharon por más derechos cívicos y una forma de gobierno federal. Bolívar convocó a una Asamblea en Ocaña con el fin de modificar la Constitución, de forma tal que le diera mayores poderes al presidente, pero no logró sus objetivos, la Asamblea se disolvió sin llegar a ningún acuerdo, con el argumento de que el objetivo de Bolívar era crear una monarquía con visos de república.
¿Sabías qué...?
En junio de 1828 la Asamblea, controlada por los bolivarianos, concedió poderes dictatoriales a Bolívar.
El centralismo como antesala de la dictadura
Bolívar llegó a Colombia con la experiencia de los acontecimientos de Perú y en poco tiempo conoció un proceso similar en este territorio. Por ello se convenció de la necesidad de mantener y fortalecer el centralismo. Dejó atrás las medidas populistas, la liberación de esclavos y las movilizaciones del pueblo. Con el apoyo de los conservadores, tomó medidas de corte autoritario. Estas medidas fueron el resultado de las acciones para evitar movilizaciones populares liberales. Primó entonces el centralismo y conservadurismo.
Simón Bolívar expresó en uno de sus mensajes:
“No aspiremos a lo imposible no sea que por elevarnos sobre la región de la libertad, descendamos a la región de la tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto”.
Al constituirse la República Bolivia, Bolívar quiso poner en práctica sus ideas elaborando y proponiendo una Constitución con instituciones cercanas a la monarquía. Entre otras cosas planteó el cargo vitalicio de presidente y que el de los senadores fuera hereditario, así como también propuso otras instituciones propias de los sistemas monárquicos. Aunque Bolívar no desistió de sus ideas y planes, en esta ocasión no logró convencer a los bolivianos y su proyecto fue rechazado también por otros países.
Un objetivo no logrado.
La dictadura
La salvación de la República, para muchos, estaba en aplicar la dictadura. Por ello le pedían a Bolívar que gobernara con mano dura y con plenos poderes. Una de las primeras acciones que realizó fue la de suprimir el cargo de vicepresidente. Además permitió la reapertura de los antiguos monasterios, reinició el cobro de impuestos a los indígenas y aumentó las tasas de los impuestos a las importaciones.
Después del atentado…
La dictadura se tornó más recia luego del atentado. Fueron ejecutados 14 supuestos conspiradores y Santander y sus amigos allegados fueron deportados como medida preventiva para evitar nuevos hechos.
Santander, que desde sus inicios se había opuesto a esa política, se enfrentó violentamente a Bolívar, tratando incluso de asesinarlo. Varios uniformados penetraron armados al Palacio de Gobierno y, si no lograron sus fines fue gracias al valor de Manuelita Sáenz, que enfrentó a los atacantes y permitió que Bolívar escapara por una puerta trasera de la habitación donde se hallaba.
Problemas que tuvo que enfrentar Bolívar:
– Movimiento separatista en Venezuela liderado por el general José Antonio Páez.
– Insurrección al sur de Nueva Granada.
– Invasión de Perú.
Causas de la desintegración de la Gran Colombia:
-Intereses oligárquicos regionales.
-Gran extensión del territorio que conformaba la Gran Colombia.
-Intereses de Gran Bretaña y Estados Unidos.
El Congreso Admirable
En un último intento por evitar la separación de Venezuela y Colombia, Bolívar organizó un Congreso, con el fin de modificar la Constitución para poder gobernar. La Constitución se aprobó, pero Bolívar comprendió que sólo lograría la unidad de Colombia con su renuncia al mando y así lo hace. Sin embargo los venezolanos se negaron a recibirlo y hablar con él, mientras permaneciera en territorio colombiano. Finalmente Venezuela se separa de la Gran Colombia.
La Batalla de Pichincha significó más que la independencia de Quito y el inicio de la liberación de otros territorios del dominio español en Suramérica, fue también un ejemplo de sacrificio y heroísmo de los quiteños, guayaquileños, colombianos y de los habitantes de otras regiones del continente. Entre los muchos hombres que se destacaron en la contienda gloriosa se destacó Abdón Calderón, que recibió heridas que le causaron la muerte y aun así no dejaba de arengar a la tropa.
Nacimiento de un Héroe
El 30 de julio de 1804 nació en Cuenca Abdón Calderón Garaycoa, un niño que estaría llamado a convertirse en Héroe. Fue bautizado al día siguiente de nacer. Sus padres fueron el cubano Francisco Calderón, contador de las Cajas Reales y funcionario del gobierno español en Cuenca, y la guayaquileña Manuela de Jesús de Garaycoa y Llaguno, perteneciente a una de las más influyentes familias de Guayaquil.
¿Sabías qué...?
Los miembros del batallón al que perteneció Abdón Calderón decidieron no tener, en lo adelante, capitán.
A pesar de ser funcionario de la metrópoli, Francisco Calderón apoyó el movimiento patriótico de 1809. Por esta posición fue hecho prisionero y enviado a Guayaquil, Cuenca y Machala. Cuando se estableció la Junta Superior de Gobierno, en 1810, fue liberado y se incorporó al Ejército Independentista de Quito, con el grado de coronel. Participó activamente, como parte de los radicales, en la campaña de 1811-1812. Fue fusilado, en Ibarra, al ser éstos derrotados en el Combate de El Panecillo.
Francisco fue un ejemplo a seguir de su hijo Abdón, debido a su recta trayectoria y la acción realizada el día en que iba a ser ejecutado, que pidió, como última voluntad, que le quitaran la venda de sus ojos y le entregaran el escapulario al futuro Héroe de Pichincha.
Los golpes en la vida de Abdón Calderón
Tras la muerte del padre, con sólo ocho años de edad, Abdón tuvo que enfrentar las penurias de la pobreza. Al ser incautados los bienes de su padre, su madre quedó en la miseria y murió un año más tarde, en Guayaquil.
¿Sabías qué...?
En las revistas militares, al mencionarse el nombre de Abdón Calderón, la tropa contestaba: “Murió gloriosamente en el Pichincha, pero vive en nuestros corazones”.
Los estudios
Los años de niñez en Guayaquil transcurrieron tranquilos para Abdón, que estudió con muy buenos resultados con profesores de la talla de Vicente Rocafuerte, quien fuera su pariente al casarse, en 1842, con su hermana, dos años menor, Baltazara Calderón.
De los estudios a la guerra
El nueve de octubre de 1820, cuando estalla la insurrección por la independencia en Guayaquil, Abdón sólo tiene 16 años de edad. José Joaquín Olmedo, el ilustre escritor y político, creó un ejército al que llamó División Protectora de Quito, que tenía como fin luchar por la independencia de las vecinas audiencias. El joven, de inmediato se alista en la tropa. Allí alcanzó el grado de subteniente del Batallón de Voluntarios de la Patria. El patriota Ignacio Salazar fue su jefe inmediato.
Con la victoria de Camino Real, un mes después del triunfo de la revuelta en Guayaquil, donde se destacó el joven patriota por su valor, fue ascendido a teniente. El coronel Luis Urdaneta lo elogió grandemente. Entre 1820 y 1822 participó en los combates siguientes: la primera derrota de Huachi, la de Tanizagua, la victoria de Cone, la segunda derrota de Huachi, el avance de Guayaquil a Cuenca y de Cuenca a Quito. Es por ello que cuando participó en la Batalla del Pichincha, Abdón Calderón, a pesar de su juventud, ya era todo un veterano conocedor de la guerra.
Una victoria y dos temores
Con el triunfo de Pichincha Ecuador se liberó del dominio español, pero Bolívar temía al realismo, que continuaba en el poder del Alto y Bajo Perú y tratarían de reconquistar los derechos perdidos en la Gran Colombia.
Cronología de los combates
Camino Real
Huachi 1
Tanizagua
Babahoyo
Yaguachi
Huachi 2
Guayaquil – Cuenca
Pichincha
El fin de una vida y el comienzo de la inmortalidad: la Batalla de Pichincha
El 24 de mayo de 1822 se produjo la histórica Batalla de Pichincha. La participación de Abdón Calderón en este hecho ha sido objeto de orgullo para los cuencanos y ecuatorianos en general. Este joven de 18 años de edad recibió cuatro heridas de bala ese día. Pero a pesar de las heridas decidió permanecer en la primera línea de combate, arengando a la tropa de su batallón y portando la bandera azul de Guayaquil.
La revancha de Abdón por la muerte de su padre
Abdón Calderón heredó de su padre el sacrificio, la valentía, el desprendimiento y el patriotismo y a su muerte juró vengar la afrenta infame ocasionada por los realistas en San Antonio de Ibarra.
A la primera herida la recibió en el brazo derecho, tomó la espada con la mano izquierda y continuó combatiendo; recibió otro balazo en el brazo izquierdo que le interesa un tendón y le rompe el antebrazo, por lo que tiene que soltar la espada que fue colocada en su vaina por un sargento; continuó al mando de la Compañía cuando recibió un tercer balazo, esta vez en el muslo izquierdo, que le fracturó el hueso. En ese estado, arremetió contra el enemigo, recibiendo un cuarto balazo en el muslo derecho que le astilló el hueso. Cayó desfallecido al suelo, inmóvil. Sus compañeros lo trasladaron al campamento, donde lo tendieron en el suelo. Un soldado le calmó la sed y lo asistió. Al día siguiente lo trasladaron a Quito y lo asistieron en el Hospital San Juan de Dios, donde falleció finalmente.
Algunos historiadores han afirmado que murió en el combate, pero lo cierto es que fue trasladado herido a Quito, donde murió catorce días después, el 7 de junio de 1822. Según los médicos, la causa de la muerte de Calderón fue, además de las complicaciones de lacepticemia en sus heridas, la deshidratación por disentería, al ingerir comida dañada y no querer retirarse del combate para recuperarse.
Honores post mortem
Antes de morir, en su Informe de los Resultados de la Batalla, del 28 de mayo, el mariscal Antonio José de Sucre escribió: “…hago una particular memoria de la conducta del teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá, pero el Gobierno de la República sabrá compensar a la familia los servicios de este oficial heroico”.
Cuando Simón Bolívar llegó a Quito, unos días después de la victoria, y conoció los hechos ocurridos, ascendió póstumamente a Abdón Calderón al grado de Capitán.
La crónica que relata el atentado de Berruecos, en el cual muere Antonio José de Sucre, describe sin proponérselo todo cuanto representaba el Mariscal para la política de la América independentista. Las hipótesis en torno al esclarecimiento del asesinato arrojan tantos nombres como títulos de diversa naturaleza pudo cosechar este hombre. El 4 de junio de 1830 no sólo cae abatido El Héroe de Ayacucho y El Redentor de los Hijos del Sol, también muere el “hombre más importante de Colombia” después del Libertador. Su captor principal pudo haber sido cualquiera: José María Obando, Juan José Flores o el propio Francisco de Paula Santander, pues para los intereses políticos que cada uno de ellos defendía, por su cuenta o en alianza con los otros, Sucre era su principal amenaza. Los acontecimientos decretarían así la desaparición de un gran político y estadista, el cual, en medio de las luchas caudillistas y nacionalistas, siempre se mantuvo aliado al Proyecto de la Gran Nación Colombiana.
La tesis que más anima para comprender la vida de Antonio José de Sucre es la que sostiene que el personaje “vivió y murió por la política, o lo que es lo mismo, por el poder”, dice Inés Quintero. Su biografía transcurre casi en su totalidad en el ámbito de la esfera pública y los acontecimientos que la construyen serán, por lo tanto, inseparables de aquellos que marcaron la independencia de Hispanoamérica y el derrumbamiento de la Gran Colombia. Claro está que los sucesos en cuestión deben comprenderse tanto más como una lucha por el poder económico y político, cuanto menos como un episodio de guerras justicieras. La guerra era, en este sentido, uno de los instrumentos políticos de la emancipación y Sucre estuvo en las más importantes, como, por ejemplo, en la de Ayacucho.
Pero no es menos cierto afirmar que Sucre era mucho más que un soldado entrenado para la guerra. Su ascenso a general no sólo ocurriría por sus virtudes militares, sino por su visión política. Comulgaba con las ideas de Bolívar, defendía la idea de la gran potencia colombiana y apostaba por la modernización de las sociedades americanas.
La carrera militar del también llamado Libertador del Sur, la inicia Antonio José de Sucre desde muy joven y quizá sin saber que estaba formándose exactamente para ello. Después de haber realizado sus primeros estudios en la escuela fundada por su tía, María de Alcalá, en la ciudad natal de Cumaná, se trasladó a Caracas, donde ingresó en la Escuela de Ingenieros del coronel español Tomás Mires. Como joven perteneciente al sistema militar de la monarquía española, se formó en los valores de orden, disciplina y autoridad, al ritmo de sus estudios de matemáticas, agrimensura, fortificación y artillería. Estos conocimientos y principios serán vitales para el desempeño de Sucre en una carrera que estaba a punto de comenzar. Estalla la revolución de 1810 en Caracas.
Las clases dirigentes de Cumaná, entre las que se encontraba la familia Sucre y Alcalá, se hallaban en la tarea de organizar el gobierno local, toda vez que se pronunciaran a favor de Caracas. Su madre, Manuela de Alcalá, había muerto cuando él tenía siete años, pero su padre, Vicente Sucre, era uno de los organizadores de la Junta Suprema y de la milicia en esa ciudad; junto a él, su vasta familia. Es fundamentalmente por esta razón que Sucre marcha hacia Cumaná para formar parte de la Comandancia de armas del gobierno recién constituido, en calidad de subteniente del Cuerpo de Milicias Regladas del Ejército de Oriente. “Empezada la revolución diría Bolívar de Sucre, se dedicó a esta arma y mostró desde los primeros días una aplicación y una inteligencia que lo hacían sobresalir entre sus compañeros. Por esta razón, una vez empezada la guerra en 1811, es convocado al Estado Mayor del Ejército de Miranda, sirviendo a su mando hasta 1812. Entre tanto, se pierde la Primera República.
La lealtad hacia Bolívar
La participación de Sucre en la empresa de reconquista de los territorios orientales, adelantada por los generales Mariño, Piar, Bermúdez y Valdés, y su posterior servicio al Estado Mayor General de Oriente, entre 1814 y 1817, le significaron al joven oficial, no sólo el desarrollo de sus habilidades y destrezas militares (“En los célebres campos de Maturín y Cumaná diría Bolívar de Sucre, se encontraba de ordinario al lado de los más audaces, rompiendo las filas enemigas, destrozando ejércitos contrarios, con tres o cuatro compañías de voluntarios que componían todas nuestras fuerzas. La Grecia no ofrece prodigios mayores”), sino además una toma de postura política frente a las diferencias que existían entre los generales orientales y Bolívar. Más tarde, todo ello se traduciría en el compromiso de Sucre con el futuro político de la Gran Nación Colombiana.
La Guerra de Independencia continuaba y en 1815, tras la derrota de Cumaná y Maturín, Sucre pasó a la isla de Margarita, desde donde, a raíz del desembarco de las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo, se trasladó a Cartagena. Bajo las órdenes de Lino Pombo, participó en la defensa de esta ciudad como ingeniero auxiliar. En diciembre se dirigió a Haití, en compañía de los generales José Francisco Bermúdez y Carlos Soublette, y luego a Trinidad, donde permaneció durante varios meses.
Se extendía la Guerra de Independencia y Venezuela debía decidir en relación con la unidad de sus ejércitos. El general realista, el Pacificador Pablo Morillo, avanzó por los territorios, y las contradicciones entre los generales venezolanos no permitían dar con una estrategia para propugnar la reconquista. En este marco de circunstancias regresó Sucre, en 1816, dispuesto a unirse definitivamente al Ejército Libertador, y a declarar su alianza y lealtad, únicas e irrevocables, hacia Bolívar. En octubre de 1817, a propósito de los acontecimientos de Cariaco, marchó junto al general Rafael Urdaneta para pelear en Guayana al lado de Bolívar. Los argumentos de su adhesión al Libertador se encontraban asociados al principio del orden y las jerarquías que debían guardarse en el interior de los ejércitos; “Yo no dudo que el general Mariño se convertirá al orden, no encuentro otro árbitro sino éste o el de ser un guerrillero en los montes de Güiria”. Bolívar le confiere el grado de coronel. Posteriormente, con motivo del triunfo en Boyacá, asciende a general de brigada. Una vez nombrado jefe del Estado Mayor General y ministro interino de Guerra y Marina, fue designado para participar en las negociaciones de armisticio y regularización de la guerra, que se debían adelantar con El Pacificador: “Este tratado es digno del alma del general Sucre; la benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia lo dictaron” diría Bolívar, a propósito del resultado favorable de las conversaciones. Mientras tanto, la Gran Colombia es decretada en Angostura, y nuevas exigencias, políticas y militares, se le imponen a Sucre como jefe del ejército en la famosa Campaña del Sur.
La campaña tenía como objetivo liberar los territorios correspondientes a la Real Audiencia de Quito y promover su adhesión a Colombia. Esta conquista era de vital importancia para la nueva nación, pues debía consolidar su hegemonía. La misión de Sucre no fue fácil, en vista de la diversidad de intereses implicados en aquella guerra. Las provincias de Quito y Guayaquil se habían alzado en armas en contra del gobierno español; y si bien todos estaban de acuerdo con la Independencia, no todos estaban a favor de la adhesión a Colombia; algunos pugnaban por la unión con Perú, en vista de las relaciones comerciales, y otros preferían la Independencia llamada “absoluta”, es decir, la autonomía. Guayaquil era una de las principales adversarias de la adhesión, pero sin embargo necesitaba el apoyo del Ejército Libertador. Sucre llegó con las tropas en su ayuda, y firmó un armisticio con los españoles que le permitiría formar un ejército digno para la contienda; simultáneamente, pactó con los guayaquileños acerca de cómo debía ser llevada a cabo la conformación y manutención del llamado Ejército del Sur. Mientras durara el armisticio, el ejército se nutriría por recursos, tanto humanos como económicos, procedentes de Colombia, pero estaría claro que conforme se fueran reclutando hombres de la región, el ejército comenzaría a depender de los recursos locales. El 24 de mayo de 1822 se llevó a cabo la batalla de Pichincha, al occidente de Quito, en la cual cayó abatido el ejército realista. Pocas horas después, Melchor de Aymerich, presidente de la Real Audiencia de Quito, firmó la capitulación. Sucre se convirtió en el Libertador de las provincias del sur de Colombia, y junto a Bolívar fue recibido con todos los honores en Quito. Se creó entonces el Departamento de Quito como una extensión del territorio de la Gran Colombia.
La liberación del Perú
El siguiente movimiento politicomilitar en la campaña del sur consistía en la liberación del Perú. El gobierno de la Gran Colombia tenía muy claro que debía neutralizar este territorio en pro de su hegemonía; esta provincia se encontraba aún en poder de los realistas, aunque su independencia hubiera sido decretada por San Martín en 1820. Se sabía además de las pretensiones que tenía el gobierno peruano respecto a los territorios del Departamento de Quito. Sucre fue enviado a Lima y el general Santa Cruz, al alto Perú; el objetivo era estrictamente militar, y por eso Sucre aceptaría no intervenir en sus asuntos internos. La empresa no era fácil, pues la disposición hacia la libertad no era ampliamente compartida, y además existía desconfianza entre los ejércitos colombianos y del sur, por causa del poder sobre el territorio que se estarían jugando.
La batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824, sería el último triunfo de Bolívar en América. A Sucre le quedaba aún trecho por recorrer. Liberada Lima, fue enviado en auxilio al Alto Perú. Después de la travesía, las tropas se hallaban desmejoradas físicamente; se trataba de la campaña de invierno en la sabana del Alto Ande. Sucre dispuso de todos los recursos para la dotación de hospitales y se encargó personalmente de la supervisión de los pacientes. Mientras tanto, diseñaba la estrategia junto al general Santa Cruz; la penetración de la selva del Jauja resultaba la alternativa más loable, porque pese a su elevado riesgo, su consecución sería definitoria. Bolívar se hallaba enfermo en Pativilca y Sucre era el general en jefe de la misión; se encontraba en desventaja numérica respecto al ejército realista comandado por el teniente coronel José de Canterac. La contienda duraría sólo una hora, tiempo suficiente para que la brillante estrategia de Antonio José de Sucre terminara con el último bastión de los españoles en tierra americana. Ahora le quedaba a Sucre decidir sobre los destinos del Alto Perú; la República de Bolivia estaba a punto de crearse.
Teniendo en cuenta la experiencia de las intervenciones realizadas en el Departamento de Quito y en el Bajo Perú, Sucre tomó la decisión de convocar en mayo de 1825, en el alto Perú, una asamblea constituyente para que fuera a través de la consulta pública que se decidieran los destinos de las provincias. En ellas se presentaron tres tendencias claramente delimitadas: una a favor de la anexión al Río de La Plata, otra a favor de la anexión a Perú, y la tercera a favor de la Independencia absoluta. La propuesta triunfadora resultó ser la tercera, y se solicitó al Libertador que redactase una Constitución para la nueva nación. Se creó de esta manera la llamada República de Bolivia, como un régimen de carácter mixto, entre democracia y monarquía, con un presidente vitalicio, cuatro poderes y tres cámaras. Sucre fue decretado presidente de la nueva nación.
Por una América Moderna
Un ensayo de sociedad moderna estaba en la mente de Sucre, quien no tardó en redactar un proyecto de acción que en la práctica tendría poca viabilidad en tanto que su “finalidad dice Inés Quintero era adecuar la compleja y tradicional realidad altoperuana cuya composición social, estructura económica e instituciones obedecían a los rígidos intereses y jerarquías de la dinámica heredada del orden, para convertirla en una sociedad moderna ajustada a los principios del modelo liberal europeo”. Esta era la filosofía que sostuvo la lucha emancipadora de América, cuyos efectos en el ejercicio práctico de la misma se sienten incluso hoy en día, y han sido, paradójicamente, los de haber conformado sociedades híbridas en las cuales coexisten estructuras modernas y tradicionales. Dicho efecto lo vería, en su momento, el gran pensador americano Simón Rodríguez, quien, aparte de haberse desempeñado como superintendente de Educación en Bolivia durante esa época, era un gran crítico con el hábito de “imitar” los esquemas de organización social europeos; decía Rodríguez que si algo debía imitarse de Europa, era la forma como los europeos se dedicaron a “inventar” sus propias sociedades; “o inventamos o erramos” escribió el pensador. Sucre no lo entendía así y el programa de gobierno intentaría reformas profundas y radicales en el orden político, económico, social, cultural, administrativo, burocrático, educativo, en la salud, en la organización del espacio y en las instituciones.
La implantación del programa no tardaría en despertar resquemores, los cuales, al agudizarse, se transformarían en una revuelta que expulsaría a Sucre del poder. Aparte del debilitamiento del Ejército Libertador, estuvo claro que las causas más eficientes estuvieron asociadas a los dos grandes planes adelantados por el programa de Sucre. El 18 de abril de 1828 estalló una revuelta en Chuquisaca, promovida por el batallón de Granaderos del cuartel de San Francisco. Sucre fue herido en su brazo derecho, lo cual le impidirá ejercer las funciones de gobierno, encargándole al general José María Pérez de Urdinenea que le sustituya.
Penúltimo balance en la vida política
La evaluación que haría Sucre respecto a sus dos años de presidencia sitúa las causas de su defenestración política en factores asociados a la pugna por el poder, la ignorancia y la descomposición del propio sistema societario. Explicaría a Bolívar en fecha previa a su renuncia: “Nuestros edificios políticos están construidos sobre arena, por más solidez que pongamos en sus paredes, por más adornos que se le hagan, no salvaremos el mal de sus bases”. La sensación de frustración y de asqueamiento hacia la vida pública lo llevaría a manifestar su deseo de retirarse; sin embargo, lo esperaban nuevas batallas, nuevas misiones de negociación, y la propia muerte.
La noticia del atentado contra Bolívar en Colombia, en septiembre de 1828, irrumpió en la naciente vida conyugal del mariscal en Quito quien había contraído matrimonio con Mariana Carcelén, marquesa de Solanda, y le condujo a desdecirse en su decisión de retirarse a la vida privada. La vivencia de Sucre de la noticia no fue sino un indicador más de la fatalidad que, para él, estaría a punto de cernirse sobre la República Colombiana. La Gran Colombia estaba a punto de morir; Sucre lo sabía pero se animó a luchar hasta el final. Por eso, al pronunciarse en torno al atentado, apoyó a Bolívar en su decisión de haberse declarado Dictador de Colombia: el orden debía prevalecer ante todo. Casi simultáneamente, Perú le declaró la guerra a Colombia y Sucre fue designado para dirigir el batallón que haría frente a esta situación. Esta vez tendría que luchar en contra de sus antiguos aliados de la guerra emancipadora. Sin mayores dificultades, sin embargo, venció a los peruanos en la batalla de Tarquí, el 27 de febrero de 1829. Decidió emprender entonces una nueva retirada y regresó al lado de su esposa; juntos se residencian en la hacienda de Chishince, en Quito.
La frustración de la Gran Colombia
El último respiro de Colombia, sin embargo, demandaría del Mariscal su presencia en el Congreso Admirable, el cual se celebraría a comienzos de 1830. Colombia debía decidir su destino, y Sucre, como representante de la provincia de Cumaná, fue nombrado presidente del evento. Sus propuestas se encontraban orientadas al diálogo y la concertación con los departamentos que todavía conformaban la República. Como parte de la estrategia, Sucre encabezaba la comisión que iría a Venezuela, que para la fecha había decidido desconocer la Constitución de Colombia y la autoridad de Bolívar, para negociar la reversión de la decisión. Sucre emprendió viaje hacia Venezuela, pero fue detenido en Cúcuta por las autoridades venezolanas; debía permanecer en esa ciudad hasta que llegaran los emisarios del gobierno con quienes debía dialogar.
El diagnóstico que hizo Sucre de la situación colombiana le sugirió dos puntos clave para la negociación en favor del mantenimiento de la unidad; en función de ellos, propuso a Venezuela, además de acogerse a la Constitución colombiana, que ningún general o ex general del Ejército Libertador pudiera ejercer cargos de presidente en los departamentos; en el trasfondo, su intención era contradecir el rumor de que él o Bolívar estuvieran aspirando al cargo. Todo fracasó, y Sucre abandonó Colombia invadido por una profunda frustración: “Colombia sentenció Sucre dirigiéndose a un amigo está condenada a ser un caos y un barullo. Cae uno del porrazo de un militar y si tiene fuerzas para levantarse, lo espera un fraile con su excomunión; y si por casualidad guarda uno alguna bendición apostólica de reserva para escaparse, lo espera un demagogo con su cuchilla popular; y si es tan afortunado que evade los peligros, lo aguarda en el término un rentista que lo lleva a vender en un estanco. Entre tanto se hace todo en nombre de la libertad y de las leyes. Si no me equivoco, es ésta una ligera, pero exacta pintura de nuestro estado; y tan exacta, que puede Vd. imprimirla en alguna gaceta de Gobierno”.
Ya tan sólo animado por el reencuentro con su esposa y con su primogénita, emprendió el regreso a Quito. En el camino se produjo el atentado de Berruecos. Como autores materiales fueron señalados José Erazo y Apolinar Morillo, quien diez años más tarde fue apresado y fusilado por esta causa. Los autores intelectuales quedarán en la incógnita del olvido, regocijándose en la confusión de una América ya emancipada pero sometida a la pugna entre las fuerzas nacionalistas, regionalistas y las de la Gran República; de cualquiera de las primeras pudo haber procedido su verdugo, pues para cada una de ellas, Sucre era su principal enemigo. “¡Ha muerto el Abel de Colombia!”, diría el Libertador desde su exilio; con lo cual, la muerte de la Gran Colombia no tenía sino que ser decretada.