El parto

El parto es un proceso fisiológico normal, mediante el cual se pone fin al período de gestación, y cuyo desenlace es la salida del feto y la placenta al exterior del organismo materno. Este proceso suele ocurrir unos 280 días después de producida la primera falta de menstruación.

El período del preparto

En el período de preparto se producen una serie de fenómenos que anteceden en unos días al inicio del parto. Uno de los más importantes es el encajamiento del feto, que coloca su cabeza en la parte más inferior de la pelvis, justo por encima del cuello uterino.

Otra circunstancia importante son las contracciones uterinas, que siguen siendo igual de intensas que en los últimos meses del embarazo, pero que se hacen más frecuentes. También forma parte del preparto la maduración del cuello uterino, merced a la cual esta parte del útero se dilata y ablanda, preparándose para dejar pasar al feto. Finalmente, la última señal del preparto suele ser la expulsión del tapón mucoso, que consiste en la expulsión, a través de la vagina, de una masa gelatinosa y amarillenta, que hasta ese momento estaba obstruyendo el cuello uterino.

La última señal del preparto suele ser la expulsión del tapón mucoso.

El inicio del parto

Se considera que el parto se inicia cuando las contracciones uterinas se hacen lo bastante potentes, duraderas y frecuentes como para dilatar completamente el cuello del útero y expulsar el feto. Es decir, cuando se presentan las contracciones uterinas eficaces. Normalmente cada una de estas contracciones dura más de 40 segundos. Otra señal importante que indica que el parto se está iniciando es la rotura de la bolsa de las aguas, que consiste en la rotura de las membranas que envuelven el feto dentro del útero. Estas membranas, en consecuencia, son expulsadas a través de la vagina, acompañándose del líquido que contenían en su interior, que es transparente y, por lo general, muy abundante. Se recomienda que, ante cualquiera de estas dos circunstancias, la embarazada se presente en el hospital ya preparada para el parto.

Fases del parto

El parto propiamente dicho comprende tres fases: la fase de dilatación, la fase de expulsión y el alumbramiento.

Durante la fase de dilatación, el cuello del útero, canal que comunica la vagina con el útero, se dilata progresivamente, de forma que, al inicio de esta fase, suele tener unos 3 cm de diámetro, mientras que, al final de la misma, tiene unos 10 cm. Esta fase suele prolongarse durante unas cuatro horas, pero en las mujeres que tienen su primer hijo puede extenderse varias horas más; por el contrario, en las multíparas, que ya han vivido varios partos, puede ser significativamente más corta. En general, durante este lapso de tiempo, la parturienta suele permanecer en la sala de dilatación, próxima a la sala de partos.

Una vez completada la fase de dilatación, la parturienta es trasladada a la sala de partos y recostada en una camilla especialmente preparada para los trabajos de parto. Allí se inicia la fase de expulsión, durante la cual el feto se abrirá paso a lo largo del canal del parto, atravesando sucesivamente el cuello uterino, la vagina y la vulva.

En estos momentos, las contracciones uterinas duran unos 50 segundos y se presentan cada 2 o 3 minutos. Estas contracciones suelen resultar bastante dolorosas, pero existen maniobras para hacerlas más soportables y eficaces, como levantar la cabeza y pujar de forma acompasada y controlando la respiración. De todas formas, cuando no se puede controlar el dolor, suele recurrirse a la administración de anestesia.

Durante la fase de expulsión, las contracciones uterinas son muy fuertes: duran aproximadamente 50 segundos y se producen cada 2 o 3 minutos.

Durante la fase de expulsión, el feto también debe realizar una serie de movimientos para atravesar con más facilidad el canal de parto. Así, al inicio, pliega la cabeza sobre su pecho y gira sobre su eje longitudinal, ofreciendo sus diámetros menores al pasar por los sitios más estrechos del canal de parto.

En la culminación de la fase de expulsión, o coronamiento, la cabeza del feto aflora por la vulva. En este momento suele realizarse una incisión transversal en la vagina, o episiotomía, para evitar que se desgarren los tejidos de la vulva. Seguidamente atraviesan la vulva la parte posterior del cráneo, la cara y el resto del cuerpo del feto.

La fase de expulsión suele comprender entre 40 y 90 minutos, pero el afloramiento del feto, a través de la vulva, se desarrolla, si no se presentan complicaciones, en solo unos segundos.

El alumbramiento, que es la última fase del parto, se inicia cuando el feto ya ha atravesado el canal de parto, y finaliza cuando la placenta y las membranas que envolvían el feto durante la gestación son expulsadas fuera del organismo materno. En general, ello ocurre al cabo de unos 3 a 10 minutos, y es provocado por las contracciones uterinas, que aún continúan, pero ya no resultan dolorosas, porque el útero se encuentra prácticamente vacío. Tras el alumbramiento, se sutura la herida de la episiotomía y se da por terminado el parto. Pese a ello, se recomienda que la mujer que ha dado a luz permanezca ingresada en el hospital durante 3 a 5 días. Sin embargo, cada vez son más cortos los períodos de hospitalización.

Se recomienda que la mujer que ha dado a luz permanezca en el hospital durante 3 a 5 días.

Fiestas regionales argentinas

Las fiestas regionales se diferencian de otras celebraciones por el hecho de que han sido creadas para canalizar la natural expansión de productores y trabajadores en el momento en que recogen los frutos de un año de labor. Tienen, además, una consecuencia añadida, ya que estas fiestas incrementan el turismo, convirtiéndose en otra fuente de ingresos para la región.

Fiesta del Mar

La conocida popularmente como “Fiesta del Mar” es una celebración de pescadores que se realiza en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, la última semana de enero, con objeto de rendir homenaje a los que han perecido en el mar y para pedir protección en los futuros viajes. Además de los pescadores, se reúnen allí los habitantes de la ciudad y los turistas.

Cada año, en la ciudad de Mar del Plata, una nueva “Reina del Mar” es elegida.

Los fieles se concentran en la iglesia de El Salvador, ubicada cerca del puerto, y asisten a las misas de esa semana. El último día se efectúa una procesión por mar con la imagen de El Salvador en la proa de una de las embarcaciones participantes. El puerto es adornado con banderines, estandartes y globos de colores, y en sus típicas cantinas se sirven comidas italianas preparadas con pescados y mariscos, que se acompañan con vino, al tiempo que se entonan canzonetas y se bailan tarantelas.

Fiesta de la Vendimia

La Fiesta de la Vendimia se celebra en la ciudad de Mendoza, a fines de marzo o principios de abril. Se prolonga durante una semana y se conmemora la culminación de la cosecha de la uva.

Durante la Fiesta de la Vendimia se conmemora la culminación de la cosecha de la uva.

A la ciudad llega desde su santuario la imagen de la Virgen de la Carrodilla, patrona de los viñedos, acompañada en procesión por grupos de trabajadores agrícolas mendocinos, hasta el lugar en que se ha instalado el altar para la ceremonia de la bendición de los frutos. Cuando termina la ceremonia, un hombre y dos mujeres ofrendan a las autoridades el primer vino de la cosecha. Luego se inicia el “carrusel de la vendimia”, desfile de carrozas alegóricas que portan a sus reinas y cortes. Entre las reinas departamentales, elegidas previamente en respectivos concursos, se corona a la Reina de la Vendimia.

La Virgen de la Carrodilla, más conocida como la patrona de los viñedos.

Evolución demográfica argentina hasta el Primer Censo Nacional de Población (1869)

La necesidad de conocer cabalmente la cantidad de personas que habitan un Estado, y sus rasgos sobresalientes en cuanto a sexo, edad y origen étnico, ha constituido una preocupación constante de los gobernantes desde la Antigüedad. Tal interés está sustentado en la certeza de que uno de los factores determinantes de las posibilidades de desarrollo de un país es la relación entre sus recursos productivos naturales y las características de la población. Está admitido que tanto su distribución en el territorio como sus necesidades biológicas y de consumo constituyen el principal factor desencadenante de la actividad económica, por lo cual siempre fue imperioso conocer los recursos humanos reales y potenciales con que se contaba.

Antecedentes del Primer Censo Nacional

Las fuentes de información anteriores al Primer Censo Nacional son numerosas pero sumamente imprecisas y contradictorias: tentativas de recuentos de orden provincial y municipal, registros de las parroquias y estimaciones de geógrafos de la época. En el actual territorio argentino le cupo a Juan de Garay el primer esfuerzo en este sentido; en 1573, después de la fundación de la ciudad de Santa Fe, realizó un recuento de soldados y familiares. Dos siglos más tarde, en 1744, la Corona española efectuó el primer empadronamiento de la población que habitaba la región aledaña al río de la Plata. Después de la Revolución de Mayo fueron varios los intentos de saber cuántos habitantes se distribuían en el extenso territorio argentino. El primero de los inventarios poblacionales lo dispuso el Primer Triunvirato en 1811 con muy poco éxito; en 1821 se publicó el Registro Estadístico del Estado de Buenos Aires.

La Constitución de 1853 determinó la necesaria realización de censos poblacionales cada diez años; a través de éstos se podría establecer la base electoral de representación para conformar la Cámara de Diputados.

La Constitución Argentina establece que los Censos Nacionales deben realizarse cada diez años.

Para cumplir con lo establecido, en 1856 se llevó a cabo un relevamiento general dispuesto por el presidente de la nación, general Justo José de Urquiza, a cuyo efecto se creó la Mesa Central de Estadística. Si bien el mismo obtuvo resultados parciales, fue el antecedente inmediato del Primer Censo Nacional de Población, efectuado en 1869 -durante la presidencia de Sarmiento-. Éste abarcó la totalidad del país y sus resultados se publicaron tres años más tarde.

La población hasta 1869

Recientes estudios arqueológicos indican que los primeros pobladores del actual territorio argentino tuvieron sus asentamientos en la zona patagónica, probablemente procedentes del continente asiático. Existen diferentes estimaciones sobre la cantidad de aborígenes que habitaba el país con anterioridad a la conquista; si bien el número varía entre cien mil y trescientos mil individuos, se considera la última cifra como la más aproximada. A pesar de las discrepancias respecto a la cantidad, se coincide en señalar que en el momento de la llegada de los españoles a América el mayor asentamiento indígena se encontraba en la región del noroeste argentino, mientras que la región pampeana y el litoral se encontraban prácticamente despoblados.

La conquista y subsecuente colonización española, si bien provocaron una disminución de la población nativa -a consecuencia de diversos factores, como guerras, enfermedades desconocidas, trabajos forzados, traslados masivos de pueblos, etcétera-, también produjeron un rápido proceso de mestizaje debido a la reducida cantidad de españolas que viajaba a los nuevos territorios en la primera etapa del dominio hispano. Se calcula que durante el primer siglo de establecimiento español en el Río de la Plata, la población aborigen mermó en un 25 por ciento.

Hacia 1810, la población era cercana al millón de habitantes, de los cuales tan solo 6.000 eran europeos.

Por otra parte, la llegada de los colonizadores blancos a esta región tampoco fue masiva, ya que el actual territorio argentino no brindaba las riquezas metalíferas que ofrecían otros lugares del continente. Algunas fuentes consideran que en los primeros años del siglo XVII no había en territorio argentino más de dos mil quinientos europeos puros, cantidad que asciende a seis mil en 1810. De esta forma, de acuerdo a datos que han dejado diversas fuentes estadísticas e historiográficas de la época colonial, se ha llegado a inferir que la población total del territorio argentino en la segunda mitad del siglo XVIII -blancos, mestizos, indígenas, negros y mulatos, sin contar los indios no integrados que vivían en forma salvaje más allá de las fronteras marcadas por el colonizador- alcanzaba los cuatrocientos mil habitantes.

Se estima que, al producirse la Revolución de Mayo, la población era de casi medio millón de habitantes y que, en los cuarenta años que transcurrieron hasta la Constitución Nacional de 1853, la misma se duplicó. Desde entonces hasta el primer censo de 1869 creció en una proporción cercana al 70 por ciento. Este considerable aumento en menos de dos décadas se debe a que ya había comenzado a manifestarse el singular y sorprendente proceso inmigratorio que transformó íntegramente el país en las décadas posteriores.

Domingo Faustino Sarmiento era el presidente durante el Primer Censo Nacional de Población, en 1869.

Censo Nacional de Población Argentino en el 2001

El Censo Nacional de Población realizado en 2001 determinó que el país reunía algo más de treinta y seis millones doscientos mil habitantes; esto significa que, en los diez años transcurridos desde el censo inmediatamente anterior, la población se había incrementado en más de tres millones y medio de personas.

El crecimiento que ha tenido la población argentina puede ser caracterizado como lento, tanto si se lo compara con el registrado hace cien años como si se toman como referencia las tasas alcanzadas por otros países de América Latina.

La Constitución Argentina señala que existe una necesidad de hacer un censo de población cada diez años.

Al observar los resultados de los diferentes censos, es indudable que se ha producido una desaceleración persistente, asociada a la interrupción del flujo migratorio que ocasionó, entre mediados del siglo XIX y comienzos de la década de 1930, un impactante aumento en el número de habitantes del país.

Motivos del aumento de la población

El incremento de la población depende fundamentalmente de dos factores: su crecimiento vegetativo, es decir, la diferencia entre la cantidad de nacimientos y de muertes producidos en determinado período, y los flujos migratorios, favorables o no, ocurridos en el mismo período de tiempo en la región que se considera.

Este último componente explica el asombroso aumento entre los censos de 1869 y 1947. Desde esta medición hasta comienzos del siglo XXI hubo una relativa estabilidad, con una tasa promedio anual que se coloca alrededor del 10,1 por mil y resulta ser una de las más bajas de América Latina. Dicha situación proviene, por un lado, de un sorprendente descenso en el volumen de ingreso neto de inmigrantes y, por otro, de una evidente desaceleración de la tasa de crecimiento vegetativo.

Este último fenómeno se relaciona con una baja en los índices de fecundidad, y por ende de natalidad, y un estancamiento de la tasa bruta de mortalidad, características demográficas del mundo occidental después de la Segunda Guerra Mundial, con una fuerte preponderancia en las sociedades con mayor desarrollo económico.

Evolución de la población argentina a través de los censos nacionales

Reforma Católica

Tradicionalmente, se denomina Reforma a la gran revolución religiosa que rompió la unidad de la Iglesia católica en el siglo XVI, separando de ella a todos los que aceptaban las nuevas doctrinas, conocidas con el nombre genérico de protestantismo. Además de la Reforma protestante, existió también una reforma católica en el seno de la Iglesia tradicional: la Contrarreforma, que fue el motor de la lucha del catolicismo contra el protestantismo.

La crisis religiosa

A principios del siglo XVI, la situación interna de la Iglesia era de profunda crisis. La relajación de las costumbres entre el clero afectaba hasta las más altas jerarquías, incluido el papa. El alto clero vivía rodeado de lujo y fastuosidad, en contraste con el nivel de vida, muy inferior, del bajo clero. La corrupción en la elección de obispos y abades llegaba incluso a la compra de estos cargos. Muchos fieles vieron la necesidad de una reforma que devolviera a la Iglesia el prestigio perdido.

La doctrina de Lutero

Un fraile agustino alemán, Martín Lutero (1483-1546), fue el primero en rebelarse contra Roma. Lutero fue excomulgado por el papa León X (1521) por criticar las indulgencias que concedía el pontífice a cambio de limosnas para terminar la basílica de San Pedro de Roma. Lutero elabora una nueva doctrina cuya base es la salvación por la fe en Cristo y la estructura en estos puntos principales: libre interpretación de la Biblia; sólo son válidos dos sacramentos: el bautismo y la eucaristía; supresión del culto a la Virgen y a los santos y de la creencia en el purgatorio; simplificación de la liturgia, supresión del celibato eclesiástico; y uso de las lenguas vernáculas para la celebración del culto.

La expansión del luteranismo

Las doctrinas de Lutero se extendieron rápidamente por los estados alemanes, cuyos príncipes vieron en ellas la oportunidad de aumentar sus riquezas, al secularizarse las tierras de la Iglesia, y también la posibilidad de enfrentarse al emperador Carlos V. De esta forma, el movimiento religioso tomó un cariz político. El emperador Carlos V convocó asambleas de representantes de los estados alemanes (dieta: de Worms y Spira). Los reformistas protestaron y de ahí se generalizó la denominación de “protestantes”. Carlos V tomó las armas y los derrotó en Mühlberg (1547). Sin embargo, dada la extensión y fuerza del protestantismo, se vio obligado a otorgar la libertad religiosa a los estados alemanes en 1555 (Paz de Augsburgo).

El calvinismo

La expansión de las doctrinas del francés Juan Calvino (1509-1561) constituyó la segunda oleada de la reforma protestante, que se extendería principalmente por Suiza, Francia (hugonotes), Holanda, Hungría, Inglaterra (puritanos) y Escocia (presbiterianos).

Calvino llevó al extremismo las ideas de Lutero, al considerar al hombre predestinado y sin libertad para elegir su salvación, pero entre los signos de la predestinación figuran la austeridad, la piedad y el éxito en las empresas, es decir, un rigorismo moral absoluto. Sin embargo, la actitud de defensa a ultranza de Calvino de la santidad del trabajo ejercido para obtener un beneficio proporcionó los elementos ideológicos para el desarrollo del espíritu del capitalismo a la naciente burguesía mercantil.

Juan Calvino fue un monje francés. Se caracterizó por llevar al extremismo las ideas de Martín Lutero.

El cisma inglés

La separación de la Iglesia de Inglaterra de la de Roma fue, en su origen, un cisma originado por el deseo del rey Enrique VIII de que fuese anulado su matrimonio con Catalina de Aragón. Al no lograr su propósito, Enrique VIII promulgó el Acta de Supremacía, que convertía al rey en jefe de la Iglesia en Inglaterra, creándose así la Iglesia anglicana, que se consolidó bajo Isabel I.

La Reforma Católica o Contrarreforma

Una vez surgido el luteranismo, en el seno de la Iglesia católica se dictaron una serie de medidas para la confirmación del dogma, la reforma de la disciplina y la restauración del catolicismo en los países donde se había difundido la reforma protestante. Los ataques al protestantismo constituyen, en esencia, la Contrarreforma. De 1545 a 1563 tuvo lugar el concilio de Trento, en el cual se reafirmó la doctrina tradicional: salvación mediante la gracia divina y las buenas obras; sólo la Iglesia puede interpretar la revelación; reafirmación de los siete sacramentos, del culto a la Virgen y los santos, de la existencia del purgatorio y de la obligación del celibato eclesiástico.

La Reforma significó el rompimiento de la unidad de la Iglesia Católica.

Paulo Freire

Paulo Freire fue un pedagogo brasilero nacido el 19 de septiembre de 1921. Dedicó su vida a tratar temas de educación y es considerado uno de los más influentes del siglo XX en la materia.

Estudió filosofía en la Universidad de Pernambuco e inició su labor como profesor en la Universidad de Recife, como profesor de historia y filosofía de la educación. En 1947 inició sus esfuerzos para la alfabetización de adultos, que durante los años sesenta trataría de llevar a la práctica en el nordeste de Brasil, donde existía un elevado índice de analfabetismo.

Freire estaba influenciado por las ideas marxistas y leninistas. Photo by Slobodan Dimitrov

A partir de entonces, y desde unas creencias profundamente cristianas, concibió su pensamiento pedagógico, que es un pensamiento político. Promovió una educación humanista, que buscase la integración del individuo en su realidad nacional.

Fue la suya una pedagogía del oprimido, ligada a postulados de ruptura y de transformación total de la sociedad, que encontró la oposición de ciertos sectores sociales.

Publicó, entre otros títulos, La educación como práctica de la libertad (1967), Pedagogía del oprimido (1969) y Educación y cambio (1976).

Paulo Freire falleció el 2 de mayo de 1997. En la actualidad, continúan sus legados figuras de la talla de Henry Giroux y Shirley R. Stinberg.

Sudáfrica 2010, el primer mundial en tierras africanas.

La República Sudafricana fue el primer país de África en acoger la fase final de la Copa Mundial de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), cuya XIX edición quedó inaugurada en el estadio Orlando de Soweto (Johannesburgo) el 11 de junio de 2010.

Sudáfrica, principal economía de su continente con un PIB superior a 270.000 millones de dólares, era en 2010 uno de los países emergentes en el contexto global, además de un Estado de marcados contrastes sociales. Para empezar destaca la heterogeneidad de su población, integrada por africanos de ascendencia europea (en su mayoría afrikaneers, descendientes de colonos neerlandeses), asiáticos (sobre todo indios), negros (divididos a su vez en varias etnias, predominando en número los bantúes) y mestizos. Una variedad racial que poco se corresponde con la distribución de la riqueza nacional, pues los blancos (apenas el 10 % de los 50 millones de sudafricanos) acaparan un 70 % de la misma. De la población negra (78 %) se nutren en su práctica totalidad las filas de desheredados (alrededor de 25 millones de personas) que viven por debajo del nivel de pobreza.

Estas desigualdades son consecuencia del ya extinto régimen del apartheid, basado en la segregación civil y económica de la mayoría negra, legalmente reglado a partir de 1913, que perduró hasta su abolición en 1994. Desde la recuperación de las libertades plenas, las clases populares han experimentado importantes avances sociales, aunque no con la velocidad suficiente para satisfacer todas las carencias derivadas de décadas de dominación blanca, ni tan profundas como para nivelar la situación económica de los distintos grupos étnicos.

Otras lacras sufridas por el país y directamente relacionadas con la marginación de amplias capas de su población son la incidencia del sida, que afecta a seis millones de sudafricanos (la inmensa mayoría de ellos, negros), y la criminalidad, una de las más elevadas del mundo.

Durante el período democrático inaugurado por las elecciones multirraciales de 1994, el deporte ha sido uno de los principales vehículos no sólo de promoción social para los negros, sino también de integración nacional entre todos los sudafricanos. Así se explica la euforia patriótica desatada en torno a una selección de fútbol donde por igual jugaban afrikaneers, mestizos y bantúes (aunque con predominio numérico de estos últimos, puesto que el deporte mayoritario entre los blancos es el rugby). Otra de las esperanzas colectivas estriba en los beneficios económicos del evento, máxime si se tiene en cuenta que el Estado sudafricano gastó alrededor de 17.000 millones de rands (unos 1.800 millones de euros) tan sólo en la construcción o rehabilitación de la decena de estadios donde se jugó la competición.

En el ámbito puramente deportivo, cinco eran las selecciones que aficionados y comentaristas consideraban favoritas en la lucha por el título: Italia (campeona en 2006), Brasil, Argentina, Alemania, Inglaterra y España, que se sumaba a este selecto grupo gracias a su condición de campeona de Europa y por el buen juego demostrado en la fase previa de clasificación, mérito que compartía con el combinado carioca. Alemania e Italia se aferraban a sus virtudes como conjunto, sin duda muy notables. Para compensar su decepcionante juego previo, la Argentina entrenada por Diego Armando Maradona, que a punto estuvo de quedar eliminada en la etapa clasificatoria, confiaba en la calidad de sus numerosas figuras, entre las cuales sobresalía Lionel Messi, el mejor jugador del mundo de los años 2009 y 2010. Por su parte, los ingleses aportaban una saludable mixtura entre el juego de equipo y la calidad de sus principales estrellas.

Otras selecciones llamadas a desarrollar un buen papel, aunque no se contase con ellas para los cuatro primeros puestos, eran Portugal, Holanda, Francia, Estados Unidos (potencia futbolística emergente de América) y la propia Sudáfrica. Se esperaba igualmente que algún conjunto de nivel teóricamente inferior diera una sorpresa a los grandes y se colocase en una meritoria posición final. Y cómo no, más de mil millones de espectadores en todo el mundo esperaban la consagración de grandes figuras del balón como Xavi, Iniesta, Kaká, Cristiano Ronaldo, Higuaín y Rooney, aparte del ya citado Messi.

A la postre, España cumplió con las aspiraciones depositadas en la precisión de su juego distintivo y la calidad sobresaliente de sus principales jugadores. Pese a la decepcionante derrota inicial ante Suiza (0-1), el combinado hispano alcanzó la final tras derrotar en semifinales a Alemania (1-0). Su último rival, Holanda, hizo valer durante todo el campeonato un juego duro y táctico, muy alejado del espectáculo brindado por anteriores selecciones de los Países Bajos, que le valió para eliminar en semifinales a la poderosa Brasil. En el duelo definitivo, los españoles se impusieron en la prórroga (1-0), ganando así su primer Mundial.

España se consagró campeona del mundo tras vencer por 1-0 a Holanda en la final.

Yelena Isinbáyeva

Yelena Isinbáyeva nació el 3 de junio de 1982 en Volgogrado (antigua Stalingrado), ciudad de la Unión Soviética que hoy se halla en territorio de la Federación Rusa.

Siendo niña se inició en la práctica de la gimnasia, disciplina a la que atribuye su gran elasticidad. Sin embargo, un excesivo crecimiento la obligó a cambiar de deporte. A los 15 años comenzó su andadura en el atletismo, en una de cuyas modalidades técnicamente más complejas iba a especializarse, el salto con pértiga.

El debut internacional de Isinbáyeva tuvo lugar en los mundiales junior de Annecy (Francia), en 1998, en los que ya saltó por encima de los cuatro metros, aunque sin obtener medalla. Al año siguiente alcanzó los 4,20 m en el campeonato nacional ruso.

Apenas tenía 19 años cuando, tras haber ganado tres mundiales junior, debutó en competiciones internacionales absolutas con un séptimo puesto en el Campeonato del Mundo Indoor de Lisboa (2001). Pronto obtuvo sus primeras medallas en este tipo de certámenes, sendas platas en los campeonatos de Europa de Munich, en 2002, y en el mundial indoor de Birmingham, en 2003, y ese mismo año, el bronce en el Campeonato del Mundo de París. Fueron el preludio a su primera plusmarca mundial, obtenida en Gateshead (Reino Unido) en julio de 2003, cuando la atleta rusa alzó el listón hasta los 4,82 m; meses después (febrero de 2004) hizo lo propio con el récord del mundo indoor, que dejó en 4,83 m. En apenas dos años, Isinbáyeva había mejorado su marca personal en 61 cm, progresión que puede calificarse de espectacular.

Isinbáyeva ganó su primera medalla de oro en un campeonato mundial senior en la edición indoor de Budapest de 2004. Desde entonces y hasta 2008, su supremacía ha sido incontestable, como atestiguan una decena de oros consecutivos en campeonatos mundiales y de Europa (cuatro indoor y otros tantos al aire libre) y en los Juegos Olímpicos de Atenas (2004) y Pekín (2008). En este mismo período batió 14 veces la plusmarca mundial al aire libre y otras 10 el récord indoor.

Logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, y revalidó su título cuatro años más tarde, en Beijing. (Foto: AFP)

Su fallida participación en el Campeonato Mundial de Berlín de 2009, en el que quedó descalificada, alzó rumores sobre el inicio de su ocaso deportivo, pese a que ese mismo año había superado en dos ocasiones consecutivas su propia plusmarca indoor, que alcanzó los cinco metros. Estas suposiciones fueron pronto desmentidas con un nuevo récord mundial al aire libre, obtenido en el Mitin de Zurich: 5,06 m.

A unas condiciones físicas admirables, rebosantes de fuerza y agilidad, Isinbáyeva suma la depurada técnica en el salto que perfeccionó junto a su entrenador, Vasili Petrov, antiguo preparador de otro mito de la pértiga, el ucraniano Sergéi Bubka. Según Petrov, las posibilidades de su pupila no estaban agotadas con las plusmarcas mencionadas, pues situaba su techo máximo de salto entre los 5,15 y los 5,20 m, una altura jamás soñada por ninguna atleta femenina. Téngase en cuenta que la plusmarquista mundial precedente, la también rusa Svetlana Feofanova, dejó el listón en 4,88 m, 18 cm menos que la marca actual.

Isinbáyeva ostenta el récord mundial, con una marca de 5,06 m.

Los triunfos de Isinbáyeva han sido reconocidos por la Federación Internacional de Atletismo con la nominación a la mejor atleta del año en 2004, 2005 y 2008, y con el Premio Laureus a la mejor deportista femenina del año en 2007 y 2009. El día 2 de septiembre de 2009 se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes.

Mundial de fútbol Brasil 2014

Entre los días 12 de junio y 13 de julio de 2014, Brasil acogió la XX edición del que puede considerarse como principal evento deportivo mundial después de los Juegos Olímpicos: la Copa Mundial de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), más popularmente conocida como Mundial de fútbol. En esta ocasión, la decepción de la hinchada local, que vio relegado su equipo a la cuarta plaza del torneo, solo tuvo parangón con la euforia de los seguidores alemanes, cuya selección se proclamó campeona del mundo por cuarta vez.

Un desafío económico para Brasil

Las grandes citas deportivas suelen ser ocasión para publicitar los logros materiales alcanzados por los países organizadores; en este sentido, aún queda cercano el recuerdo de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, que sirvieron de escaparate a la potencia económica de la nueva China.

Otro tanto ocurrió con el Mundial de Brasil 2014, puesto que la República brasileña, primera potencia económica de América Latina, figura en el llamado Grupo de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), estados con un acelerado crecimiento del producto interior bruto (PIB) que están llamados a ganar un protagonismo creciente en el mundo global de las próximas décadas.

Gracias a este crecimiento material pudo afrontar Brasil el elevado coste del Mundial, cifrado oficialmente por el gobierno brasileño en 28.000 millones de reales (alrededor de 13.000 millones de euros). Ese monto fue dedicado tanto a la edificación o reforma de los estadios donde se jugaron los partidos, como a la construcción de nuevos viales y otras obras públicas.

Estadio Maracaná, sede de la final de la Copa.

A pesar de la euforia deportiva, y aun patriótica, suscitada por el Mundial en buena parte de la sociedad brasileña, esta no fue ajena a las críticas por el inmenso desembolso crematístico que supuso el evento, y al cual deben sumarse los gastos generados por los Juegos Olímpicos de 2016, con sede en Río de Janeiro. Sobre todo si se consideran los escándalos de corrupción que rodearon, entorpecieron y en buena medida desprestigiaron los preparativos de ambos eventos.

Con ocasión de la Copa de Confederaciones, disputada en Brasil en junio de 2013, estallaron en el país multitudinarias protestas que denunciaban la inmensa diferencia entre el presupuesto dedicado a los fastos futbolísticos y el gasto público en programas sociales, así como las prácticas fraudulentas que impregnaban todas las esferas de la vida política y administrativa del país. Tal dimensión alcanzó este movimiento que la presidenta de la República, Dilma Rousseff, se vio obligada a promulgar una severa ley anticorrupción, acompañada de la promesa de una reforma constitucional que consolidara los derechos civiles y sociales.

Otro motivo de polémica constituyeron los desalojos forzados de numerosas personas que vivían en barrios pobres -las favelas- cercanos a los escenarios deportivos del Mundial. La medida fue muy criticada por distintas organizaciones defensoras de los derechos humanos, y añadió nuevos motivos de polémica en torno al evento deportivo.

La “Brazuca”

La FIFA recurrió a las nuevas tecnologías para garantizar la certeza de las decisiones arbitrales y la justicia de los resultados deportivos, evitando las polémicas que han acompañado en ediciones anteriores a jugadas de resultado incierto y trascendencia decisiva.

El Mundial 2014 fue el primero en utilizar balones inteligentes, capaces de indicar si han traspasado por completo la línea de gol. Para servir esta información, el balón disponía en su interior de un sistema electrónico de apenas 1,5 cm, que enviaba señales de radio a una computadora, la cual remitía el dato a un reloj de pulsera especial que llevaba el árbitro en su muñeca. Todo este proceso se efectuaba en menos de un segundo. El sistema fue probado con éxito en 2005, con ocasión de la Copa Mundial Sub-21 disputada en Lima (Perú).

El modelo de balón inteligente usado en Brasil recibió el nombre de Brazuca y fue desarrollado por dos conocidas empresas alemanas, dedicada una a la computación, la otra al diseño y fabricación de material deportivo.

La Brazuca fue la pelota utilizada en todos los partidos del mundial.

Sedes y participantes

Por lo que respecta a los escenarios de la competición deportiva, el Mundial de Brasil tuvo 12 sedes, las ciudades de Belo Horizonte, Brasilia, Cuiabá, Curitiba, Fortaleza, Manaos, Natal, Porto Alegre, Recife, Río de Janeiro, Salvador y Sao Paulo.

Participaron en la competición 32 selecciones en representación de otras tantas federaciones nacionales de cinco continentes, agrupadas en ocho grupos para la fase de liguilla: A (Brasil, Croacia, México y Camerún), B (España, Holanda, Chile y Australia), C (Colombia, Grecia, Costa de Marfil y Japón), D (Uruguay, Costa Rica, Inglaterra e Italia), E (Suiza, Ecuador, Francia y Honduras), F (Argentina, Bosnia-Herzegovina, Irán y Nigeria), G (Alemania, Portugal, Ghana y Estados Unidos) y H (Bélgica, Argelia, Rusia y Corea del Sur).

Los partidos fueron dirigidos por un plantel internacional de 25 árbitros.

Los equipos favoritos

El campeonato se presentaba más reñido que en competiciones anteriores, con varios aspirantes de peso a ganar el título mundial.

Brasil es la selección nacional con más copas del mundo en su haber: ha ganado el trofeo en cinco ocasiones, pero la última fue en 2002, por lo que la afición canarinha, que apoyó masivamente a sus jugadores, consideraba este Mundial como una ocasión de oro para seguir encabezando la lista de campeones.

España, por entonces vigente campeona del mundo y de Europa; Argentina, que suma dos copas mundiales y cuenta en sus filas con Lionel Messi, considerado el mejor jugador del mundo; y Alemania, tricampeona y siempre poderosa, eran los tres rivales más temidos del país anfitrión en la lucha por el triunfo.

Lionel Messi fue nombrado el mejor jugador del torneo, pero no pudo alzarse con el trofeo.

A la zaga de los anteriores figuraba el país europeo con más entorchados futbolísticos, Italia, cuatro veces campeona del mundo, que no contaba en esta edición con un equipo de la categoría de ocasiones anteriores pero siempre es un adversario temible, sobre todo por su dominio del juego táctico. A su nivel se encontraba un grupo de selecciones de potencial nada desdeñable, como Portugal (con Cristiano Ronaldo, Balón de Oro de 2013, que disputa a Messi la supremacía mundial individual), Inglaterra, Francia (como la anterior, una vez campeona del mundo), Holanda (en tres ocasiones subcampeona) y Uruguay (bicampeona), pero que de entrada no parecían candidatas al título.

El desenlace

La gran sorpresa de la primera fase fue la eliminación de España, que perdió con poca gloria su entorchado mundial, derrotada contundentemente por Holanda (1-5) y Chile (2-0), aunque se despidió con un triunfo intrascendente contra Australia (3-0). El otro sobresalto estuvo en el grupo D, donde Inglaterra e Italia se quedaron en la cuneta, desbancadas de la clasificación por Costa Rica y Uruguay.

Una vez resueltas las eliminatorias de octavos y cuartos, las semifinales fueron disputadas por las selecciones de Alemania, Brasil, Holanda y Argentina. Los germanos se deshicieron con una facilidad humillante de Brasil, a la que vapulearon ante su público por 7-1. Por su parte, los argentinos tuvieron que recurrir a la tanda de penaltis para superar a Holanda, tras acabar el tiempo reglamentario con empate a cero.

La frustración de la hinchada canarinha tocó fondo en la final de consolación, cuando su equipo se vio desbordado por los jugadores holandeses, que se impusieron por 0-3.

La gran final se disputó en el impresionante -y legendario- marco escénico del Estadio Maracaná de Río de Janeiro. En el primer tiempo, la maestría táctica de Javier Mascherano y las apariciones repentinas de Lionel Messi mantuvieron a los alemanes un tanto remisos, carentes del empuje ofensivo demostrado en partidos anteriores. Sin embargo, la fuerza y disciplina de los germanos, unida a la calidad de sus principales jugadores, acabaron imponiéndose en el segundo período, ampliado en la prórroga. El único gol del partido fue marcado por Götze en el minuto 113 de juego. Una diana para Alemania, pues le valió su cuarto campeonato mundial de fútbol.

Usain Bolt

Citius, altius, fortius (Más rápido, más alto, más fuerte), reza el lema olímpico. Una tríada de conceptos idónea para describir las proezas de Usain Bolt (n. Trelawny Parish, Jamaica, 1986), que destaca por su superioridad física sobre sus competidores de la elite de la velocidad mundial.

Así quedó demostrado en los Campeonatos Mundiales de Atletismo de Berlín (Alemania), celebrados en agosto de 2009, cuando el jamaicano rebajó las marcas mundiales de las pruebas de 100 y 200 m lisos, respectivamente, hasta los 9,58 y 19,19 s.

Con una anatomía que parece expresamente diseñada para la carrera (1,96 m de estatura, 86 kg de peso), las fibras músculares de Bolt tienen una capacidad explosiva superior a la de grandes figuras aún recientes del atletismo mundial, como el ya legendario estadounidense Carl Lewis. Así se demostró precozmente, cuando a la edad de 15 años ya registraba un tiempo de 10,20 segundos en la distancia de los 100 m lisos, marca equivalente al récord del mundo logrado por el también estadounidense Jesse Owens -otro mito de la historia del atletismo– en junio de 1936.

Campeón del mundo junior en 2002 en la prueba de 200 m, la consagración de Bolt llegó en los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008 (China), donde ganó el oro en las carreras de 100 m, 200 m y 4×100 m, pruebas todas ellas en las que batió la plusmarca mundial. Los resultados obtenidos en Berlín (2009) confirmaron su supremacía en el Olimpo del atletismo.

Bolt obtuvo tres medallas de oro en los JJOO de Pekín 2008

Bolt ocupa la cumbre de una saga de grandes velocistas jamaicanos inaugurada por Don Quarrie, plusmarquista mundial de los 100 m lisos en 1976 (9,9 s), y continuada por Asafa Powell, que batió el récord del mundo de la misma prueba en 2006 (9,77 s), 2007 (9,74 s) y 2008 (9,72 s). La tripleta jamaicana ha desbancado de la cima del podio a los velocistas estadounidenses, cuyas últimas grandes figuras fueron Carl Lewis (9,86 s en 1991), Leroy Burrell (9,85 s en 1994) y Maurice Greene (9,79 s en 1999). La descalificación por dopaje del récord mundial de Tim Montgomery (9,78 s en 2002) y por deficiencias de cronometraje de Justin Gatlin (9,77 s en 2006) empañaron los últimos triunfos de la gran maquinaria atlética de Estados Unidos.

Bolt ostenta el record mundial de los 100 metros libres con una marca de 9,58 s. (foto: AFP)

 

Desde Owens hasta la actualidad, han hecho falta 73 años de competición para restar 48 centésimas de segundo a la lucha del atleta contra el reloj en la prueba reina del atletismo. Un intervalo de tiempo imperceptible para nuestros sentidos, tan sólo mensurable gracias al cronometraje electrónico (aplicado desde 1968) y alcanzado merced a los avances en las técnicas de alto rendimiento físico y los materiales de competición. Dadas las limitaciones del cuerpo humano, tan nimia fracción de tiempo representa un avance formidable en la historia del deporte, hasta el punto de que no se esperaba un registro como el de Bolt hasta mediados del siglo XXI. Téngase en cuenta que para rebajar tres décimas y dejar la plusmarca mundial por debajo de los 10 s hicieron falta 32 años de competición desde los tiempos de Owens (el logro correspondió al estadounidense Jim Hines, que dejó el cronómetro en 9,9 s en junio de 1968).

Con sus proezas atléticas, Usain Bolt ha incorporado su nombre a la lista de modernos héroes de la historia del deporte.