El legado de Paula Jaraquemada

Paula Jaraquemada fue uno de los pocos y más importantes personajes femeninos en participar en el proceso de independencia de Chile. A pesar de no portar un arma en ningún momento, sus acciones fueron un ejemplo excelso de la causa patriota, por lo que se ganó el reconocimiento y el cariño público que perduran hasta el día de hoy.

Paula Jaraquemada

Paula Jaraquemada Alquízar nació en 1768, en el seno de una familia adinerada de Santiago de Chile. Eran parientes de la familia Carrera.

Si bien los detalles exactos de su biografía se desconocen, a partir de sus 50 años se destacaron dos eventos en especial que demostraron su compromiso con la causa patriota y dejaron grabado su recuerdo en la historia del país.

El primero fue su disposición, una vez finalizada la batalla de Cancha Rayada en 1818, que terminó en una importante derrota para los patriotas. Aquí, Jaraquemada puso su hacienda de Paine, en Maipo, al servicio del debilitado Ejército, donde pudieron recuperarse y abastecerse.

En el segundo y más recordado evento, su valor y arrojo quedaron en evidencia cuando una tropa realista llegó a su hacienda y le exigió la llave de su bodega para reclamar sus víveres. Jaraquemada se negó, por lo que el oficial español amenazó con dispararle e incendiar el lugar. La mujer, como respuesta, apoyó su pecho en una de las bayonetas de los soldados y volcó el brasero de su casa sobre el suelo bajo el riesgo de extender las llamas para demostrar que no temía a ninguna de las amenazas, por lo que los realistas huyeron del lugar intimidados por su valentía.

¿Sabías qué?
Un niño, ahijado de Jaraquemada, fue testigo de la audacia de la mujer ante los realistas. Este niño era Manuel Montt, quien en el futuro sería el presidente de Chile entre 1851 y 1861.

Legado

El primero de sus legados fue sin duda el recuerdo y la buena impresión que dejó plasmadas en las personas con sus acciones y en el país con su trabajo una vez que se logró definitivamente la independencia de Chile. Se dedicó en cuerpo y alma a las obras de caridad al prestar su ayuda de diversas maneras a los huérfanos, ancianos, desamparados y presos; además, creó una fundación dedicada a estas acciones humanitarias y se manifestó en contra de la pena de muerte como sentencia en las cárceles.

Aún en tiempos posteriores, la presencia de Jaraquemada se ha mantenido en la memoria de la historia chilena, por lo que se le ha rendido homenaje con su nombre a varios lugares, establecimientos y organizaciones del país, especialmente colegios y avenidas. Además, el Hospital Clínico San Borja Arriarán de Santiago de Chile era conocido anteriormente como Hospital Paula Jaraquemada en su honor, nombre que comparte con un asentamiento localizado en la comuna de Paine.

Desde 1976 existe la Fundación Paula Jaraquemada Alquízar, dedicada al servicio, atención y educación de los niños, niñas y adolescentes de Chile, provista de más de veinticinco centros asistenciales para menores y cuatro colegios.

Retrato de Paula Jaraquemada.

Consecuencias de la batalla de San Carlos

La batalla de San Carlos fue una de las contiendas militares ocurridas en 1813 que formaron parte del proceso de la independencia de Chile, durante la etapa conocida como Patria Vieja. El resultado ambiguo de la batalla y la derrota que le siguió poco después tuvo importantes consecuencias para sus participantes y para la historia del país.

La batalla de San Carlos

Tras la batalla de Yerbas Buenas, el Ejército realista español ocupó la villa de San Carlos para reabastecerse y recuperar fuerzas, desde donde enviaron a una buena parte de sus hombres y artillería por adelantado hacia Chillán. El general José Miguel Carrera vio la oportunidad y decidió atacar a las debilitadas tropas realistas que permanecieron en San Carlos.

Carrera envió entonces a la división militar que comandaba su hermano Luis a impedir cualquier posible huida de los realistas desde San Carlos, mientras tanto, el resto de patriotas los atacaría. Sin embargo, el desempeño de estos fue deficiente, con una ejecución de órdenes confusa y desorganizada, gracias a lo cual el ejército realista pudo escapar a Chillán. Es por ello que, a pesar de que pudo haber sido una victoria decisiva para los patriotas por la ventajosa situación con la que contaban, la batalla tuvo un resultado ambiguo.

El sitio de Chillán

Una vez en Chillán, los realistas, comandados por el general Juan Francisco Sánchez, tuvieron la oportunidad de reagruparse, desde donde además solicitaron refuerzos aliados con la intención de fortalecerse. La Junta de Gobierno de Chile exigió a sus tropas, de nuevo al mando de José Miguel Carrera, que reclamaran la ciudad y derrotaran a los realistas antes de la llegada de estos refuerzos, por lo que los patriotas comenzaron a rodear y asediar la ciudad el 27 de julio.

No obstante, pese a la inferioridad numérica realista, la ciudad se encontraba en una colina que no era difícil de defender debido a su posición estratégica, a lo que se sumaba la dificultad que las condiciones invernales de ese momento causaban a los atacantes y sus suministros. La situación llevó a Carrera a ordenar desesperadamente dos ataques directos en agosto, los cuales, además de fracasar, tomaron la vida de cientos de civiles inocentes en el fuego cruzado.

Todos estos resultados desastrosos forzaron la retirada de los patriotas y marcaron la victoria realista en Chillán.

¿Sabías qué?
Los resultados de la batalla de San Carlos y el sitio de Chillán desprestigiaron a José Miguel Carrera ante la Junta de Gobierno de Chile, por lo que lo destituyeron de su cargo como general en jefe del Ejército y se lo otorgaron a Bernardo O’Higgins. Carrera recuperó brevemente este título tras el golpe de Estado que dio en 1814.
José Miguel Carrera en la batalla de San Carlos.

Juan Mackenna y su rivalidad con los hermanos Carrera

Juan Mackenna O’Reilly fue un general del ejército chileno que tuvo una gran participación política y militar en la historia del país, antes y durante su proceso de independencia. Sin embargo, en este ambiente de autoridad política surgieron poderosos opositores, entre ellos se destaca la familia de próceres Carrera.

Enero de 1814

Juan Mackenna se definió como un incondicional aliado y la mano derecha de Bernardo O’Higgins, que recién ocupaba su nuevo puesto como general en jefe del Ejército y cuya rivalidad con los hermanos Carrera era ya conocida y compartida desde años anteriores. Durante este tiempo, Mackenna emitió un informe de unas 53 páginas dedicado únicamente a arremeter en contra de los hermanos Carrera.

¿Sabías qué?
En el informe emitido por Mackenna en enero de 1814 destacan históricamente las siguientes líneas: “Tres jóvenes sin los menores conocimientos militares, ni políticos, sin valor personal, y sin más cualidades de tiranos que la irreligión y la inmoralidad; se constituyen, mediante el abuso de cuánto hay de sagrado entre los hombres, árbitros de la suerte de un millón de almas”.

Julio de 1814

José Miguel Carrera tomó el poder tras un golpe de Estado, tras lo cual procedió inmediatamente a exiliar a Mackenna a la ciudad de Mendoza, en las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Octubre de 1814

La derrota de la batalla de Rancagua, donde José Miguel Carrera participó como uno de los líderes independentistas, forzó la huida de los supervivientes chilenos a territorio argentino en busca de refugio. Allí, Juan Mackenna y otros representantes del bando de O’Higgins se encargaron de desprestigiar a los hermanos Carrera y hacerlos responsables por la derrota ante José de San Martín, por lo que este los hizo apresar y trasladar a Buenos Aires.

Noviembre de 1814

Una vez en Buenos Aires, y resentido por todas las ofensas causadas hacia su familia, Luis Carrera exigió a Juan Mackenna una disculpa pública o de lo contrario deberían resolver sus diferencias en un duelo a muerte con pistolas, a lo que Mackenna eligió la segunda alternativa. Una vez en el lugar acordado inició el duelo, donde ambos salieron ilesos en la primera ronda; sin embargo, la segunda tuvo resultados fatales para Mackenna, quien falleció de un disparo en la garganta a manos de su adversario.

Retrato de Juan Mackenna.
Retrato de José Miguel Carrera.

El consejero José Gregorio Argomedo

José Gregorio Argomedo fue un abogado chileno que tuvo una gran participación política durante el período de las luchas por la independencia del país y varios años posteriores a esta. Entre sus contribuciones destaca su posición como consejero y asesor al servicio de las figuras de poder de la época.

José Gregorio Argomeda fue un abogado que debutó en el ámbito político al convertirse en miembro y secretario de la Primera Junta de Gobierno de Chile en 1810. Esto le permitió dar a conocer sus capacidades y su compromiso con la patria, lo que le ayudó a ocupar importantes cargos en los años posteriores.

Luego de la victoria contra los realistas en la batalla de Chacabuco en 1817, Bernardo O’Higgins tomó el puesto de director supremo en Chile y designó a José Gregorio Argomedo como asesor de su gobierno en el área de finanzas públicas, oficial de la Legión del Mérito y ministro de la Corte de Apelaciones. Bajo estos cargos se le asignó la tarea de estudiar la situación financiera para elaborar un plan de hacienda.

Años después, tras la renuncia de O’Higgins a su cargo, Ramón Freire lo sucedió como el nuevo director supremo de Chile en 1823, considerados enemigos políticos durante el gobierno del primero. Sin embargo, a pesar del fuerte vínculo que Argomedo había desarrollado con el antiguo director, Freire confió lo suficiente en su capacidad y su compromiso con la patria para asignarle el cargo de consejero de Estado y vicepresidente del Congreso ese mismo año.

Vivió sus últimos años en activo como presidente de la Corte Suprema, puesto que recuperó al demostrar su inocencia tras ser acusado falsamente de conspirar contra el gobierno, y diputado propietario por Colchagua hasta 1827. Falleció en Santiago el 5 de octubre de 1830.

¿Sabías qué?
Durante el tiempo en el que se desempeñó como asesor de Bernardo O’Higgins, este último quedó tan satisfecho con los servicios y la dedicación de Argomedo que le ofreció la propiedad de unas tierras en las afueras de la capital. Sin embargo, en una muestra de humildad y ética, Argomedo se negó a recibirlas bajo el argumento de que los servicios públicos no debían favorecer los intereses personales ni los negocios privados.
Retrato de José Gregorio Argomedo.

Los líderes de la guerra civil chilena de 1829

La guerra civil chilena de 1829, que se extendió hasta 1830, fue una serie de enfrentamientos militares y políticos ocurridos en el país entre liberales y conservadores, que finalizó con la victoria y la toma del poder de estos últimos. Durante el conflicto, dos líderes se destacaron entre todas las personas involucradas.

Luego de que Bernardo O’Higgins renunciara a su cargo de director supremo de Chile, surgió un ambiente de inestabilidad política en el país que ya existía durante la época de las guerras por la independencia, pero que se acrecentó debido a las nuevas circunstancias. Así, dos bandos bien diferenciados se manifestaron con el deseo de dirigir a la patria bajo su visión: los liberales y los conservadores, conocidos de forma despectiva entre sí como pipiolos y pelucones, respectivamente.

Las tensiones estallaron en 1829 con la victoria del liberal Francisco Antonio Pinto en las elecciones presidenciales del mismo año, ya que, a pesar de que dos representantes conservadores obtuvieron el segundo y tercer lugar en cantidad de votos, el Congreso designó a otro liberal, José Joaquín Vicuña, como vicepresidente. Así, estalló la sublevación de los conservadores y se inició la guerra civil.

José Joaquín Prieto

Representante de los conservadores que fue el candidato a presidente con la tercera mayor cantidad de votos, y quien organizó al ejército del sur del país después de la decisión del Congreso para dirigirlo hacia la capital y tomar por la fuerza el poder para su partido político. Luego de la victoria definitiva en la batalla de Lircay contra el ejército de Ramón Freire, puso fin a la guerra y se convirtió eventualmente en presidente de Chile en 1831.

Ramón Freire

Militar y político veterano que tomó el liderazgo del ejército liberal luego de que fracasaran sus negociaciones desde una posición neutral, y que los conservadores amotinados en la capital de Santiago, liderados por Diego Portales, intentaran someterlo a su causa. Sufrió una gran derrota a manos de José Joaquín Prieto en la batalla de Lircay, tras lo cual fue destituido y desterrado a Perú.

¿Sabías qué?
La victoria de José Joaquín Prieto dio origen a un periodo conocido como la República Conservadora o República Autoritaria, en donde los conservadores gobernaron Chile durante unos 30 años bajo las leyes que dictaban sus posturas políticas.
Retrato de José Joaquín Prieto.
Retrato de Ramón Freire.

Gaspar Marín y la Primera Junta de Gobierno de Chile

Gaspar Marín fue un abogado y político que tuvo importantes participaciones en la dinámica política de Chile. Entre sus más valiosos aportes se encuentran los que realizó como miembro de la primera organización gubernamental independiente del país, conocida como la Primera Junta.

La Primera Junta

Como consecuencia de la invasión de Napoleón Bonaparte a España, el encarcelamiento del rey Fernando VII y el descontento del pueblo chileno con su gobernador Francisco Antonio García Carrasco, un gran sector de los habitantes consideró que esta región geográfica y política debía formar una junta de gobierno que se administrara a sí misma en ausencia del monarca.

Así, luego de la destitución de García Carrasco para que tomara su lugar el español Mateo de Toro Zambrano, el 18 de septiembre se autorizó la convocatoria a un cabildo abierto que designó a quienes serían los miembros de la Primera Junta de Gobierno, frente a unos 400 ciudadanos que sirvieron como testigos del acontecimiento.

Gaspar Marín

Gaspar Marín era un abogado de 38 años muy querido por el pueblo, que ya había iniciado una carrera política como asesor del consulado dos años atrás y demostraba un gran anhelo por la independencia. Fue uno de los elegidos para integrar la Junta bajo el juramento de que todas sus acciones como figura de autoridad obrarían a favor del apresado monarca, el reino y sus habitantes.

Se le asignó el cargo de secretario a cargo de los departamentos de Justicia, Guerra y Negocios Extranjeros. Como miembro, tenía plenos derechos con voz y voto sobre las decisiones de la Junta, con aportes que buscaban mantener la unidad de los integrantes de la institución y de las mismas provincias de la región. Además, debido a la avanzada de edad de Mateo de Toro Zambrano, presidente de la Junta, en varias ocasiones las funciones y deberes de este recaían en Marín, su secretario, para poder llevarse a cabo de la manera más práctica.

Luego de la disolución de la Junta a favor de instaurar el primer Congreso Nacional que dirigiera el país, Gaspar Marín fue elegido para formar parte del mismo como diputado suplente por la comuna de Los Ángeles.

¿Sabías qué?
Además de ejercer como secretario de la Junta, también ocupó los cargos de senador propietario de 1812 a 1814, ministro de la Corte Suprema en 1823, diputado por Colchagua en 1825, diputado propietario por Illapel y Combarbalá en 1828, senador por las mismas comunas en 1828 y 1829, senador por Coquimbo en 1829 y diputado por Vallenar desde 1831 hasta 1834; todos cargos políticos y ninguno militar.
Retrato de la Primera Junta de Gobierno de Chile en 1810.

Juan Egaña Risco y la Constitución de 1823

Juan Egaña Risco fue un jurista, político y escritor criollo que contribuyó al proceso de independencia chileno a través de cargos políticos y las ideas sobre la soberanía y conducta del pueblo que plasmó en sus obras escritas. Entre estas redacciones se encuentra el documento que pretendió ser la carta fundamental de la joven patria: la Constitución de 1823.

Tras la renuncia de Bernardo O’Higgins como director supremo de Chile, lo que puso fin al periodo histórico conocido como Patria Nueva, Juan Egaña Risco se dispuso a redactar la constitución, el documento que contendría las leyes y la organización política bajo las cuales se regiría el país. El 27 de diciembre de 1823, Egaña Risco presentó su constitución ante el Congreso Constituyente que él mismo presidió, la cual fue promulgada dos días después.

El documento constaba de 277 artículos y era conocido como “constitución moralista”, ya que su contenido hacía un énfasis especial en establecer un estricto y detallado código de conducta que señalara la manera en la que debían comportarse tanto civiles como funcionarios en cada etapa de sus vidas y en cada aspecto de la sociedad, donde el Estado se encargaría de fomentar este estilo de comportamiento para convertirlo en un hábito. Además, el Senado cumpliría la función de verificar dicho código de conducta en los ciudadanos y actuar en consecuencia al otorgar beneficios a aquellos que destacaran en sus acciones bajo este sistema.

La Constitución de 1823 nunca fue aprobada oficialmente, por lo que nunca entró en vigencia para convertirse en el pilar de la nación. Las razones que se le atribuyeron a esta decisión fueron su naturaleza autoritaria y la aparente complejidad de sus propuestas, tan difíciles de entender como de llevar a la práctica.

¿Sabías qué?
Entre las obras escritas por Egaña Risco figura la primera obra de ficción literaria chilena en forma de cuento, titulada Cartas Pehuenches. Constaba de varios artículos que buscaban educar al pueblo y establecer en él un código de conducta moral característico.
Portada de la Constitución de 1823.

El intendente Benjamín Vicuña Mackenna

Benjamín Vicuña Mackenna fue un abogado e historiador chileno que brindó un gran aporte a la política del país, y por ello se considera uno de sus personajes más representativos. Entre sus contribuciones figuran sus acciones como intendente, época en la que la capital experimentó uno de los mayores avances urbanos de su historia.

Vicuña Mackenna se convirtió en intendente de la ciudad de Santiago de Chile en 1872, bajo el mandato del presidente Federico Errázuriz Zañartu. Una vez en el cargo, se dispuso a transformar y modernizar por completo la capital, inspirado en el progreso urbano que había observado durante sus viajes por Europa, especialmente en Francia.

Durante su administración figuran alrededor de 20 reformas significativas a la ciudad, entre las que figuran la optimización y mejoramiento de los servicios públicos, como los de transporte, seguridad, y la extensión de los sistemas de agua potable e iluminación de calles y avenidas. Además hizo construir edificaciones y estructuras de gran importancia que actualmente forman parte de la identidad de la ciudad, como el parque urbano del cerro Santa Lucía, el sistema de carreteras conocido como Camino de Cintura que marcaría los límites del centro de la ciudad, y la canalización de parte del río Mapocho para su aprovechamiento. Entre estas construcciones nuevas se encuentran además un gran número de mercados, escuelas, plazas y zonas verdes.

En 1876 abandonó el puesto como intendente para postularse por el puesto de presidente de la República en representación del Partido Liberal Democrático, aunque se retiró antes de los comicios al ser opacado por sus contendientes, en especial Errázuriz Zañartu. Desde entonces se mantuvo en el cargo de senador por Santiago y Coquimbo hasta poco antes de su muerte en 1886.

¿Sabías qué?
Los aportes de Vicuña Mackenna al pueblo chileno no se limitaban a la política, pues tenía participaciones activas en otros ámbitos. Ejerció como voluntario de la 3ª Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago, de la cual fue su director, y escribió decenas de decenas de textos, principalmente de contenido histórico.
Monumento a Benjamín Vicuña Mackenna, en las inmediaciones del cerro Santa Lucía.

Camilo Henríquez y la Aurora de Chile

Camilo Henríquez fue un sacerdote, escritor y político chileno que, a diferencia de la mayoría de personajes independentistas, los cuales ejercían acciones militares, contribuyó a la causa a través de las letras y las palabras. Para ello utilizó, entre otras de sus obras, el primer periódico del país: la Aurora de Chile.

La imprenta aterrizó en Chile en 1811. Como un hombre versado en letras y una gran motivación por difundir su ideología política centrada en defender las iniciativas independentistas que ya se habían puesto en marcha con la Primera Junta Nacional de Gobierno en 1810, Henríquez fundó en 1812 el primer periódico de Chile, al cual bautizó como la Aurora de Chile. El gobierno de José Miguel Carrera lo nombró entonces primer redactor y editor del periódico, gracias a lo cual se estrenó su primer artículo el 13 de febrero del mismo año. Este recibió el nombre de Prospecto, y en él se especificaba la intención del periódico de sembrar una identidad y unos valores propios al país con sus publicaciones, independientes del mando y la influencia españoles.

Así, durante poco más de un año, la Aurora de Chile publicó 58 números en donde hablaba abiertamente sobre los principios de la soberanía, ideas filosóficas propias y de otros autores, y otros temas de interés para la nación como la industria, el comercio, el derecho constitucional y la instrucción pública, lo que demostraba la gran cultura de Henríquez y su deseo por brindar información al pueblo en todos los ámbitos.

El último número se publicó el 1° de abril de 1813, debido a que el mismo gobierno se dedicó a censurar su contenido en más de una ocasión. Por ello, cinco días después, Henríquez publicó un nuevo periódico, El Monitor Araucano, de objetivos muy similares al anterior.

¿Sabías qué?
Junto a José Miguel Infante, Manuel de Salas y Manuel José Gandarillas, el rostro de Camilo Henríquez figura en el Monumento a los Escritores de la Independencia, ubicado en el Parque Forestal de Santiago de Chile, un obelisco de mármol que rinde homenaje a aquellos personajes que lucharon por la independencia del país con la pluma y no con la espada.
Monumento a los Escritores de la Independencia, con la imagen del fray Camilo Henríquez.

La muerte de Manuel Rodríguez Erdoíza

Manuel Rodríguez Erdoíza fue uno de los más fervientes defensores de la patria durante el período de las guerras de independencia de Chile, por lo que combatió y lideró junto a figuras como José de San Martín y Bernardo O’Higgins. Sin embargo, a pesar de su contribución a la causa, sus diferencias con este último lo condujeron a un funesto destino.

Tras la batalla de Maipú el 5 de abril de 1818, Bernardo O’Higgins retomó el poder de Chile bajo el cargo de director supremo. Rodríguez, cuya enemistad con O’Higgins databa de años atrás, no estuvo de acuerdo con su gobierno y se encargó de manifestarlo con osadía, por lo que, como respuesta a este importuno, el director supremo ordenó su encarcelamiento en la fortaleza de Quillota. Hacia la fortaleza, y en custodia de Rodríguez como prisionero, partió un grupo del batallón Cazadores de los Andes.

La versión más popular declara que el 26 de mayo de 1818, durante el camino a la fortaleza, cerca del pueblo de Tiltil, el teniente del cuerpo militar que lo escoltaba, Antonio Navarro, le disparó a Rodríguez por la espalda con una pistola y luego ordenó a sus hombres que terminaran el trabajo con sus sables y bayonetas, por lo que murió a la corta edad de 33 años; cabe destacar que otras versiones acusan al coronel Rudecindo Alvarado, líder principal de la compañía, de la autoría de los hechos.

El cuerpo fue abandonado en una trinchera, pero un grupo de campesinos que presenciaron el asesinato desde sus escondites lo recuperaron y sepultaron en secreto en una capilla del pueblo.

Más tarde el asesino declaró que había recibido órdenes de sus superiores para realizar este acto de manera extraoficial. Si bien no acusó directamente a O’Higgins de ello, su pasividad ante lo ocurrido y su conocida rivalidad con Rodríguez hicieron sospechar al pueblo. Este descontento, sumado a otros que derivaron de decisiones políticas controversiales, forzó la renuncia de  O’Higgins de su cargo en 1823 y, con ello, marcó el fin del periodo histórico chileno conocido como Patria Nueva.

¿Sabías qué?
El carácter apasionado, sociable, astuto y propenso a la iniciativa de Rodríguez lo hicieron un personaje querido y popular entre el pueblo, un sentimiento que ha perdurado hasta nuestros días para convertirse en la inspiración de múltiples artistas que han sabido reflejarlo en canciones, poemas y películas.
Manuel Rodríguez Erdoíza en el billete de 2.000 pesos chilenos.