Edecanes del Libertador

El término “edecán” proviene del francés aide-de-camp, que significa “ayudante de campo”. Hacia el siglo XIX, Simón Bolívar eligió a personas de alto rango militar para que sirvieran como sus ayudantes o edecanes, estas personas tenían su absoluta confianza y lo asistieron en las tareas más significativas de la guerra. Eran hombres honorables que siempre fueron leales al Libertador.

UN POCO DE HISTORIA

La palabra “edecán” apareció por primera vez en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española en 1791. El vocablo de origen francés ya era de uso común en la milicia española, pues desde mucho antes ya era empleado para designar a los ayudantes de campo en tiempos de guerra.

Definición de “edecán” por al RAE (1791)

EDECAN. s. m. Milic. Oficial militar, cuyo oficio es llevar y comunicar en el ejército las órdenes del General de quien es EDECAN. Es voz francesa modernamente introducida; pero admitida ya por el uso común en la milicia española. Antes se llamaban Ayudantes, y así los nombra siempre el Marques de Santa Cruz en sus Reflexiones Militares. Præfecti castrorum adjutor.

Dado que el siglo XVIII estuvo marcado por campañas castrenses y períodos de guerras, la palabra “edecán” formó rápidamente parte fundamental de vocabulario propio de las maquinarias militares.

AYUDANTES DE BOLÍVAR

La vida del Libertador estuvo repleta de episodios de batallas, revoluciones y exilios. Para superar con éxito estos eventos, Bolívar contó con múltiples edecanes durante toda su trayectoria política y militar. Por ejemplo, durante la batalla de Carabobo (1821) los edecanes fueron los tenientes coronel Diego Ibarra, Felipe Álvarez, Manuel Ibáñez y León Umaña; y los capitanes Andrés María Álvarez, Daniel F. O´Leary, José Ignacio Pumar, Celedonio Medina y Anacleto Clemente, entre otros.

¿Sabías qué?
Diego Ibarra Rodríguez del Toro (1798-1852) fue un militar del Ejército patriota y el primer edecán de Simón Bolívar por muchos años durante las guerras por la independencia de los pueblos de América.
La batalla de Carabobo fue una contienda militar entre las fuerzas patriotas y los realistas durante la Guerra de Independencia de Venezuela. Se llevó a cabo el 24 de junio de 1821 en Sabana de Carabobo. Ganó la Gran Colombia.

Madre de la Patria

María Remedios del Valle, también conocida como La Capitana, fue una mujer afroargentina que destacó por su participación en la guerra de independencia de Argentina como auxiliar y combatiente el Ejército del Norte. Fue nombrada capitana por Manuel Belgrano y apodada Madre de la Patria por sus compañeros de armas, sufrió la prisión y la tortura.

Monumento a Maria Remedios del Valle, Buenos Aires. Atribución de imagen: Ministerio de Cultura de la Nación Argentina, Monumento a Maria Remedios del Valle, Buenos Aires, CC BY-SA 4.0

1807

Participó en la defensa de la ciudad durante la segunda invasión inglesa.

1810

Se unió al Ejército del Norte junto a su esposo y sus dos hijos, quienes murieron en combate.

1812

Después de participar en la batalla de Tucumán, recibió el grado de capitana por Belgrano.

1813-1814

Fue tomada prisionera y azotada durante nueve días por los españoles en la batalla de Ayohuma. Al año siguiente, fue liberada por las tropas patriotas.

1827

Recibió una pensión del gobierno por sus servicios a la patria.

HOMENAJES

María Remedios del Valle ha sido honrada por su papel en la independencia de Argentina y por representar la cultura afroargentina a través de diversos reconocimientos, como el establecimiento el ocho de noviembre como el Día Nacional de los Afroargentinos y de las Afroargentinas y de la cultura afro en su memoria.

En 2022 se instaló un monumento en su honor en Buenos Aires, y se estrenó el documental María Presente, la memoria en nuestras voces, dirigido por Julia Cohen.

En 2021 se le asignó una calle con su nombre

¿Sabías qué?
A pesar de haber sido nombrada capitana por Belgrano, y recibir una pensión del gobierno, Maria Remedios del Valle murió en la pobreza y fue olvidada. Aunque está enterrada en el cementerio de la Recoleta, su tumba no cuenta con ningún tipo de reconocimiento. Su nombre ha sido destacado recientemente por la historiografía, por su papel como mujer afroargentina y heroína de la independencia.

Batallón Numancia

Fue uno de los mejores cuerpos militares del bando realista de la Gran Colombia mientras ocurrían las batallas por la independencia sudamericana. Este ejército, con el tiempo, se separó de los objetivos colonialistas de los españoles y pasó al Ejército Libertador. Fueron parte de este batallón León de Febres-Cordero, Luis Urdaneta y Miguel de Letamendi, quienes participaron en la independencia de Guayaquil.

CREACIÓN

El 17 de diciembre de 1813, el caudillo realista José Antonio Yáñez unió a aproximadamente 500 hombres para crear un batallón que nombró Numancia. Se trataba de un batallón realista en tierras venezolanas, integrado mayoritariamente por venezolanos, que servía al Ejército de España.

INICIOS

El Numancia tuvo una participación destacada durante la guerra de Independencia de Venezuela, especialmente en el período histórico conocido como “guerra a muerte” en la Segunda República de Venezuela.

En 1814, tras la muerte Yáñez, el batallón actúo de forma sobresaliente en la batalla de Arao, lucha en la que salieron victoriosos. Al año siguiente, el coronel Sebastián de la Calzada reestructuró al escuadrón al añadir nuevas fuerzas para dividirlo en tres grupos: primer, segundo y tercer batallón de Numancia.

El segundo y el tercero estuvieron en Nueva Granada durante la guerra de Independencia hasta 1819, cuando las fuerzas patriotas de Simón Bolívar los vencieron y capturaron. Por el contrario, el primer batallón de Numancia fue enviado a Perú bajo el comando de Pablo Morillo para reforzar las fuerzas realistas de la región.

CONSPIRACIÓN

Después de una larga y penosa travesía para llegar a Perú, los miembros del primer batallón del Numancia empezaron a sentirse disgustados y desconfiados de sus superiores realistas. Esta situación fue aprovechada por los patriotas peruanos, que intentaron persuadirlos para que se cambiaran de bando.

¿Sabías qué?
La primera conspiración fue descubierta en 1820. Los oficiales Miguel Letamendi, León Febres Cordero y Luis Urdaneta complotaron para sublevarse, pero los realistas los persiguieron y deportaron a Guayaquil, donde los patriotas venezolanos actuaron en su proceso de independencia.

PASE DEL NUMANCIA

Gracias a la incitación de los capitanes Tomás de Heres y Ramón Herrera, el 2 de diciembre de 1820, el batallón Numancia se rebeló contra las autoridades españolas en Perú y se pasó de bando.

El general José de San Martín, quien para entonces era el líder de la revolución independentista en el Perú, aprobó con gusto este hecho. De este modo, en un evento simbólico, el Numancia pasó a formar parte del Ejército Unido Libertador del Perú. Esto se llevó a cabo al cruzar el puente de Huaura.

17 de diciembre de 1820: José de San Martín hace jurar la bandera del Ejército Libertador al batallón Numancia.

¿Sabías qué?
San Martín rebautizó al escuadrón y llamó batallón Fiel a la Patria. Luego, cuando se integró a la división de la Gran Colombia, cambió su nombre a Voltígeros de la Guardia. Finalmente, el ejército fue disuelto en 1829 por el general Rafael Urdaneta.

El papel de Tomás Katari en los levantamientos indígenas

En la segunda mitad del siglo XVIII iniciaron lo que serían las primeras insurrecciones suramericanas en tierras bolivianas contra la administración de la Corona española a manos de los pueblos originarios del lugar. Estos levantamientos fueron iniciados por Tomás Katari, uno de sus más importantes líderes.

Antecedentes

El mestizo Blas Bernal había cometido varios abusos en contra de la comunidad indígena de Chayanta en 1777, como robos en la recaudación de sus impuestos y la apropiación del título de cacique que, por derecho, le pertenecía a Tomás Katari. Este último y su compañero Tomás Achu partieron hacia Buenos Aires para denunciar estos abusos con el virrey del virreinato del Río de la Plata, Juan José Vértiz. Este atendió a sus quejas y les prometió que investigaría el caso, por lo que Katari regresó satisfecho a su hogar.

¿Sabías qué?
Durante los años que precedieron a los levantamientos indígenas, los españoles le habían prohibido a estos montar a caballo. Es por esto que Katari y Achu se vieron obligados a realizar su trayecto desde Chayanta a Buenos Aires a pie, motivo por el que el viaje que duró varios meses.

El levantamiento

Al regreso de Katari y Achu en 1779, comenzó una nueva serie de altercados contra el corregidor de Chayanta y amigo de Bernal, Joaquín de Alós, quien encarceló a Katari en varias ocasiones y se negó a devolverle sus derechos, momentos donde el líder indígena logró salir de su arresto gracias a la turba enfurecida de sus seguidores que, equipados con palos y herramientas, demandaban su libertad. Así, Katari continuó con sus demandas, dentro de las cuales incluyó una reducción de los impuestos y el cese de las mitas, nombre que recibían los trabajos forzosos que su pueblo era obligado a realizar.

El episodio más violento y decisivo de las disputas ocurrió durante el último encarcelamiento de Katari, donde Alós, acompañado por un gran ejército, le disparó a Tomás Achu. El pueblo, enfurecido, asesinó a todos los soldados españoles y exigió la libertad de Katari a cambio de la vida y la posición política de Alós, quien se vio obligado a renunciar y huir.

La Audiencia de Charcas otorgó la libertad y reconoció el cargo de Katari, pero a la vez anunció una recompensa por su captura. Esto se efectuó en enero de 1781, donde un grupo de milicianos españoles lograron capturar al líder indígena y lo ataron de pies y manos para lanzarlos por un precipicio en Chataquilla. La noticia de su muerte se extendió por toda la comunidad, y otros líderes lograron continuar con la rebelión por varios meses más.

Provincia de Chayanta, en el actual departamento de Potosí, la localidad de origen de Tomás Katari.

Rosa Guerra

Fue una mujer destacada en la educación, el periodismo y la escritura en Argentina durante el período de Rosas. Es conocida por su defensa de los derechos de las mujeres y su crítica a la sociedad patriarcal. Durante su vida, fue una de las precursoras del feminismo en el país y una de las primeras escritoras de novelas publicadas.

Rosa Guerra.

1852

Fundó el periódico La Camelia, el cual promovía la igualdad de género.

“Libertad para nuestro sexo, libertad únicamente limitada por la razón por la equidad. Los hombres pretenden enajenar para sí solos la libertad; es decir, quieren ser exclusivamente libres y empiezan por no saber ser justos” (La Camelia, 1852). Rosa Guerra

1860

Publicó la novela Lucía Miranda, la cual trata sobre el tema de la cautividad.

1863

Escribió el libro de lectura para niñas, Julia, donde describió consejos morales y religiosos.

1864

Se publicó póstumamente el poemario Desahogos del corazón y el drama en versos Clemencia.

DESAFÍOS

Se enfrentó a las normas de género que limitaban la participación de las mujeres en la esfera pública, política y cultural, defendió los derechos de las mujeres a la educación, la libertad y la igualdad en una sociedad conservadora y patriarcal.

Además, fundó periódicos que promovían la emancipación y el progreso de las mujeres. Asimismo, publicó una variedad de obras literarias que reflejaban su compromiso como la causa de la mujer y su crítica a la sociedad de su época. A pesar de su valioso aporte a la cultura argentina, enfrentó censura, críticas y el olvido tanto de sus contemporáneos como de la posteridad.

LEGADO

Destacó como una escritora y periodista que promovió activamente los derechos de las mujeres en el siglo XIX. Su trabajo literario abarcó diversos géneros como novela, drama, poesía y libros de lectura.

En su labor periodística, defendió la educación, la inmigración, la política y la moda. Su influencia fue evidente en otras escritoras argentinas como Juana Manuela Gorriti, Eduarda Mansilla y Delfina Mitre de Drago. Rosa Guerra fue pionera del feminismo en Argentina y una de las primeras mujeres en destacarse en el mundo de la escritura.

El tambor de Tacuarí

Pedro Ríos resuena en la historia como un niño valiente que tocó su tambor con pasión y sacrificio en las filas del ejército. Su corazón resonaba al ritmo de la independencia y su vida breve pero intensa dejó una huella imborrable en la lucha por la libertad.

Monumento a Pedro Ríos, el Tambor de Tacuarí. Atribución de imagen: Johannacodutti, El Tambor de Tacuari, CC BY-SA 4.0

INCORPORACIÓN AL EJÉRCITO

Con tan solo doce años se unió al ejército de Belgrano durante la expedición militar al Paraguay, a pesar de la inicial negativa del general. Fue parte de la fuerza militar y sirvió como guía para el mayor Celestino Vidal.

BAUTISMO DE FUEGO

El 19 de enero de 1811, durante la batalla de Paraguarí, Pedro Ríos tuvo su primera experiencia en combate. Participó en la defensa de la retaguardia, fortaleciendo las carretas del parque de armas y el hospital de campaña. Posteriormente, se desempeñó como guía utilizando el tambor.

BATALLA DE TACUARÍ

En esta crucial batalla, Ríos siguió guiando al mayor Vidal y tocando el tambor, avanzando junto a las tropas sin temor. Sin embargo, fue alcanzado por dos disparos de fusil en el pecho y falleció minutos después. Vida recordó su valentía y cómo su muerte pudo ser su propia salvación.

HOMENAJES

Pedro Ríos es recordado y conmemorado en la historia de Argentina como un símbolo de valentía y sacrificio en la lucha por la independencia. Algunas de las formas en las que se le rinde homenaje hoy en día son:

Monumentos y statuas: en Concepción, su lugar de nacimiento, se han erigido monumentos y estatuas en su honor. Estos monumentos sirven como recordatorio de su coraje y contribución a la causa de la independencia.
Educación y literatura: las escuelas y universidades enseñan sobre la historia de la independencia y mantienen viva la memoria de personajes como Pedro Ríos.
Nombres de calles y plazas: en diferentes partes de Argentina existen calles, plazas y parques que llevan su nombre. Estos espacios públicos sirven como recordatorio constante de su valentía.
Narrativa popular: su historia se ha transmitido de generación en generación a través de cuentos, canciones y leyendas. La narrativa popular mantiene vivo su espíritu y su papel en la lucha por la independencia.

¿Sabías qué?
El Consejo Nacional de Educación en Argentina decidió en 1912 que en todas as escuelas del país se conmemorara cada año al Tambor de Tacuarí, en reconocimiento a su coraje si dedicación durante la independencia del país.

El héroe de los Andes

Rudecindo Alvarado fue un destacado militar y político argentino que participó en las guerras de independencia de América del Sur y en las guerras civiles de su país. Su vida abarcó desde la Revolución de Mayo hasta la organización nacional, pasando por las campañas libertadoras de Chile y Perú.

Batalla de Tucumán.

1810

Se unió al ejército patriota tras la Revolución de Mayo.

1812

Combatió en la batalla de Tucumán bajo el mando de Belgrano.

1813–1815

Participó en las batallas de Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe en el Alto Perú.

1816

Se incorporó al ejército de los Andes dirigido por José de San Martín.

1817

Cruzó la Cordillera de los Andes y luchó en la batalla de Chacabuco en Chile.

1818

Fue ascendido a coronel tras la batalla de Maipú, donde comandó el ala izquierda.

1820

Se embarcó con San Martín hacia el Perú, donde fue nombrado jefe del regimiento de granaderos a caballo.

1821

Reemplazó a José de San Martín en el mando del ejército de los Andes en Lima.

1826

Regresó a la Argentina y se involucró en las luchas internas entre unitarios y federales.

1831

Fue desterrado por el gobernador de Salta, Pablo Latorre, tras un breve período como gobernador interino.

1848

Volvió a Salta tras la caída de Rosas.

1852

Fue elegido diputado para el Congreso Constituyente de Santa Fe.

1855

Fue elegido gobernador de Salta por segunda vez pero renunció al año siguiente.

RELACIÓN CON BOLÍVAR Y SAN MARTÍN

Su relación fue de respeto, admiración y colaboración. Alvarado fue un importante colaborador del general José de San Martín en el ejército de los Andes, participó en las campañas de Chile y Perú. Después de la renuncia de San Martín, Rudecindo tomó su lugar y continuó luchando por la independencia. También se unió a Bolívar en la batalla de Ayacucho, donde se logró la liberación de América del Sur. Simón Bolívar reconoció su valor y lealtad al otorgarle el título de gran mariscal del Perú. Alvarado mantuvo una amistad con ambos líderes independentistas, considerándolos sus maestros y modelos a seguir.

¿Sabías qué?
Rudecindo Alvarado fue el primer ministro de Guerra y Marina de la Confederación Argentina creada por el pacto de San Nicolás de 1852. Además, fue el fundador del Regimiento de Cazadores de los Andes, una de las unidades más destacadas del ejército de San Martín.

Proclama a los pueblos de América

En 1809, cuando se instauró la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito, el recién nombrado ministro de Gracia y Justicia Manuel Rodríguez de Quiroga redactó un comunicado que expresaba los motivos del movimiento y las razones por las que los pueblos cercanos debían solidarizarse con la causa. Si bien esta Junta no duró mucho tiempo, el texto forma parte del archivo histórico que fundamenta la independencia del Ecuador.

Quiroga formó parte la reunión que se llevó a cabo la noche del 9 al 10 de agosto de 1809 en casa de Manuela Cañizares. Fue allí donde se organizó la Primera Junta de Gobierno y fue nombrado ministro de Gracia y Justicia.

la proclama

Pueblos de la América:

La sacrosanta ley de Jesucristo y el imperio de Fernando VII perseguido y desterrado de la península, han fijado su augusta mansión en Quito. Bajo el Ecuador han erigido un baluarte inexpugnable contra las infernales empresas de la opresión y la herejía. En este dichoso suelo, donde en dulce unión hay confraternidad, tienen ya su trono la paz y la justicia: no resuenan más que los tiernos y sagrados nombres de Dios, el rey y la patria. ¿Quién será tan vil y tan infame que no exhale el último aliento de la vida, derrame toda la sangre que corre en sus venas y muera cubierto de gloria por tan preciosos e inexplicables objetos? Si hay alguno, levante la voz, y la execración general será su castigo: no es hombre, deje la sociedad y vaya a vivir con las fieras. En este fértil clima, en esta tierra regada antes de lágrimas y sembrada de aflicción y dolores, se halla ya concentrada la felicidad pública. Dios en su santa Iglesia y el Rey en el sabio gobierno que le representa, son los solos dueños que exigen nuestro debido homenaje y respeto. El primero manda que nos amemos como hermanos, y el segundo anhela por hacernos felices en la sociedad en que vivimos. Lo seremos, paisanos y hermanos nuestros, pues la equidad y la justicia presiden nuestros consejos. Lejos ya los temores de un yugo opresor que nos amenazaba el sanguinario tirano de Europa. Lejos los recelos de las funestas consecuencias que traen consigo la anarquía y las sangrientas empresas de la ambición que acecha la ocasión oportuna de coger su presa. El orden reina, se ha precavido el riesgo y se han echado por el voto uniforme del pueblo los inmóviles fundamentos de la seguridad pública. Las leyes reasumen su antiguo imperio; la razón afianza su dignidad y su poder irresistibles; y los augustos derechos del hombre ya no quedan expuestos al consejo de las pasiones ni al imperioso mandato del poder arbitrario. En una palabra, desapareció el despotismo y ha bajado de los cielos a ocupar su lugar la justicia. A la sombra de los laureles de la paz, tranquilo el ciudadano dormirá en los brazos del gobierno que vela por su conservación civil y política. Al despertarse alabará la luz que le alumbra y bendecirá a la Providencia que le da de comer aquel día, cuando fueron tantos los que pasó en la necesidad y en la miseria. Tales son las bendiciones y felicidades de un gobierno nacional. ¿Quién será capaz de censurar sus providencias y caminos? Que el enemigo devastador de la Europa cubra de sangre sus injustas conquistas, que llene de cadáveres y destrozos humanos los campos del antiguo mundo, que lleve la muerte y las furias delante de sus legiones infernales para saciar su ambición y extender los términos del odioso imperio que ha establecido: tranquilo y sosegado, Quito insulta y desprecia su poder usurpado. Que pase los mares, si fuese capaz de tanto: aquí le espera un pueblo lleno de religión, de valor y de energía. ¿Quién será capaz de resistir a estas armas? Pueblos del continente americano, favoreced nuestros santos designios, reunid vuestros esfuerzos al espíritu que nos inspira y nos inflama. Seamos unos, seamos felices y dichosos, y conspiremos unánimemente al individuo objeto de morir por Dios, por el Rey y la patria. Esta es nuestra divisa, esta será también la gloriosa herencia que dejemos a nuestra posteridad.

Fuente: Romero, José Luis y Romero, Luis Alberto (1977). Pensamiento político de la emancipación (1790-1825) Tomo I. Biblioteca Ayacucho.

El Diario de una residencia en Chile de María Graham

Conocida posteriormente como María Callcott, fue una escritora, ilustradora y naturalista británica, destacada por, entre otras obras, sus memorias acerca de sus experiencias vividas en diferentes partes del mundo. Entre estos destinos destaca Chile, cuya experiencia relató en su libro Diario de una residencia en Chile y el cual se convirtió en un ícono histórico del país.

Tras su estancia en la India e Italia, María Graham emprendió un nuevo viaje junto a su esposo Thomas Graham en 1822, esta vez en dirección a Suramérica. Sin embargo, cerca de su destino, Thomas falleció producto de un cuadro febril y María se vio obligada a desembarcar sola en el puerto de Valparaíso, en Chile, donde decidió quedarse  alrededor de nueve meses.

Fue durante su estancia en este lugar que Graham escribió el libro Diario de una residencia en Chile, en el cual recopiló toda la información que aprendió del país, desde las costumbres locales y la flora presente hasta los más importantes acontecimientos históricos, sociales y políticos que se vivieron en la época, donde incluía además sus impresiones sobre destacadas figuras independentistas como Bernardo O’Higgins, José de San Martín, José Ignacio Zenteno y Thomas Alexander Cochrane, con quienes llegó a entablar amistad. Estos escritos se complementaban con dibujos hechos a mano por la misma Graham que ilustraban aquello de lo que la autora era testigo.

En su primera edición inglesa, publicada en 1824, el libro se encuentra dividido en tres secciones principales: un bosquejo de la historia de Chile a modo de introducción, donde detalla el periodo histórico comprendido entre la conquista de Chile hasta el gobierno de O’Higgins, diversas entradas que describen el aspecto cultural, geográfico y económico del país, acompañadas con sus propias observaciones sobre la condición política del mismo, y finalmente una posdata con comentarios adicionales y un apéndice que registraba los documentos que utilizó en su investigación histórica y los diferentes tipos de plantas que observó. Entre las páginas de este libro destaca además la descripción sobre el terremoto de Valparaíso en noviembre de 1822, uno de los más intensos en la historia del país y el cual Graham experimentó en persona.

Diario de una residencia en Chile ha sido valorado con el tiempo como un libro de importancia trascendental para el país, en especial por su condición como una de sus principales y más icónicas fuentes históricas.

¿Sabías qué?
La importancia del diario trascendió a la cultura popular chilena evidenciada en obras que lo referencian, como la serie de televisión titulada Diario de mi residencia en Chile: María Graham, donde se narra la vida y experiencias de la escritora en el país.

Antonio José de Irisarri y el tratado de Paucarpata

Antonio José de Irisarri fue un militar, escritor y diplomático guatemalteco-chileno que tuvo una muy importante y extensa carrera política durante y posterior al proceso de independencia de Chile. Sin embargo, su contribución al país se vio interrumpida durante la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, a partir del conocido tratado de Paucarpata.

Durante la guerra entre la Confederación Perú-Boliviana y el Ejército Unido Restaurador, formado por chilenos y peruanos opositores a la Confederación, ambos bandos se disputaron el destino de Perú como territorio compartido con Bolivia o como país soberano respectivamente. El Congreso de Chile envió tropas comandadas por el almirante Manuel Blanco Encalada, acompañado por el coronel Antonio José de Irisarri como consejero privado del líder militar y como representante plenipotenciario del país.

No obstante, al desembarcar en Arequipa para comenzar la invasión, las fuerzas restauradoras se vieron ampliamente superadas por las de la Confederación, comandadas por el general Andrés de Santa Cruz. Como consecuencia, Blanco Encalada e Irisarri se vieron obligados a aceptar un acuerdo de paz entre ambos bandos para asegurar la vida de sus hombres a cambio de que los mismos reconocieran la autoridad de la Confederación y aceptaran no volver a tomar las armas en su contra, acuerdo conocido como el tratado de Paucarpata, por ser este el lugar donde se llevaron a cabo las negociaciones.

Irisarri abrió la primera reunión con el general de la Confederación Ramón Herrera, donde, además de la seguridad de sus hombres chilenos, solicitó también la seguridad de los peruanos restauradores y que no se tomara represalías contra ellos. Los representantes chilenos firmaron el tratado en la segunda reunión, el 17 de noviembre de 1837.

Sin embargo, al regresar las tropas a Chile y al enterarse el Gobierno de lo sucedido, este no reconoció las decisiones de Blanco Encalada e Irisarri en Perú ni aceptó las condiciones del tratado. Como consecuencia, el organismo acusó a Irisarri de traición y fue condenado a muerte en su ausencia, pues para ese momento este aún no había abandonado Perú. En vista de las circunstancias, Irisarri se exilió a Colombia y nunca más regresó a su país.

¿Sabías qué?
El deseo de Irisarri por una vida pacífica y familiar en Chile, sumado a la vieja amistad que compartía con Andrés de Santa Cruz, fue el motivo por el cual Irisarri participó en la expedición en contra de su voluntad.
Retrato de Antonio José de Irisarri.