Conflictos en el ámbito escolar, laboral o familiar; preocupaciones por alcanzar las metas, por la seguridad, por los problemas económicos, por la salud y dificultades para relacionarse son problemáticas habituales del mundo de hoy que conducen a muchas personas a experimentar depresión o ansiedad. No hay límite de edad, todos nos podemos ver afectados por estos trastornos emocionales, por eso, es importante someternos a un tratamiento temprano y acorde a nuestras necesidades.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de la enfermedad. Siguiendo tal definición podemos advertir que los trastornos emocionales, como la depresión o la ansiedad, afectan considerablemente nuestro propio bienestar. Recibir ayuda de profesionales de la salud nos permitirá afrontar nuestro problema para poder superarlo con éxito.
Clínicamente no es tarea fácil distinguir estos trastornos: los síntomas y características son similares y habitualmente coexisten ambos cuadros.
La depresión es un estado emocional que afecta al cuerpo, los pensamientos y el ánimo. Quienes la padecen sienten desesperanzada, se ven encerrados en un laberinto que pareciera no tener salida, quieren escapar de la realidad, no tienen ganas de emprender proyectos ni de realizar actividades. Lo importante en estos casos es buscar ayuda porque con tratamiento hay posibilidades de lograr una vida plena.
Además se debe tener en cuenta que la depresión es una enfermedad como puede ser la diabetes o la artritis, y no es sólo una sensación de tristeza o de desánimo. Mientras la persona no recibe la atención medica necesaria, esta enfermedad puede progresar día a día afectando los pensamientos, sentimientos, su salud física y su forma de comportarse.
De acuerdo a numerosas investigaciones se sabe que las enfermedades depresivas son trastornos del cerebro. Gracias a las tecnologías que permiten obtener imágenes del cerebro, como las imágenes por resonancia magnética, se ha demostrado que el cerebro de las personas que sufren depresión luce diferente. Las zonas del cerebro encargadas de la regulación del ánimo, pensamiento, apetito, y comportamiento no funcionan con normalidad. Además, hay importantes neurotransmisores, sustancias químicas que las células del cerebro utilizan para comunicarse, que parecen no estar en equilibrio.
Las personas idóneas para diagnosticar un cuadro de depresión son los profesionales de la salud, ellos pueden determinar qué tipo de depresión sufre la persona, qué nivel de gravedad tiene y qué tratamiento se puede implementar.
Con un diagnóstico acertado el paciente puede ser tratado de diversos modos; los tratamientos más frecuentes son la medicación y la psicoterapia. Recibir ayuda a tiempo es importante porque la depresión se puede volver crónica o recurrente y afectar notablemente el desempeño en el trabajo o en la escuela y la capacidad de afrontar los problemas en la vida cotidiana. Cuando la depresión llega al extremo puede conducir al suicidio.
Por su parte, la ansiedad es también un estado emocional; en este caso quienes la padecen sienten que no pueden esperar el resultado de una situación, se irritan fácilmente y no logran la calma en medio de una situación incierta. Habitualmente este cuadro se acompaña con depresión.
Hay que diferenciar entre miedo y ansiedad. En el primer caso el sujeto conoce el objeto externo y delimitado que le amenaza y se prepara para responder; en cambio cuando experimenta ansiedad, el sujeto desconoce el objeto, siendo la amenaza interna y existiendo una dificultad en la elaboración de la respuesta.
Según La Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, la ansiedad se expresa a tres niveles:
• Cognitivo-subjetivo (la vivencia)
• Fisológico (signos y síntomas corporales)
• Motor (comportamiento)
Los trastornos de ansiedad pueden volverse crónicos si seguimos expuestos a acontecimientos estresantes o no los enfrentamos desde una óptica más relajada. Es por eso que es aconsejable desestimar los pensamientos negativos que ocasionan un temor a la presentación de los síntomas.
Las investigaciones en torno a los trastornos de ansiedad han aumentado en los últimos años y se ha descubierto que los niños también pueden padecerlo. Si bien se cree que los niños están menos expuestos a situaciones de presión, se ha detectado en ellos cuadros de depresión y de trastornos de conducta. Las causas pueden ser varias, tales como: problemas familiares, mala relación con sus amigos, etc.
En general las manifestaciones de ansiedad en los niños son similares que la de los adultos, destacándose las fobias como temor a la oscuridad, a los animales y a la soledad. También es frecuente el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
La Federación Mundial de Salud Mental inició en 1992 la celebración del Día Mundial de la Salud Mental (10 octubre), que sirve a muchos países y organizaciones para concientizar a la población de los problemas de salud mental y fomentar un debate abierto sobre los trastornos mentales, así como las inversiones en servicios de prevención, promoción y tratamiento.
SÍNTOMAS GENERALES |
DEPRESIÓN |
ANSIEDAD |
Tristeza, pesimismo, insomnio, sentimiento de culpa, desesperanza. Cansancio, falta de energía. |
Irritabilidad, insomnio, preocupación, miedo, inseguridad, alarma exagerada. |
Desgano, falta de interés para realizar actividades. |
Alteraciones de la conducta, adicciones. |
Problemas para concentrarse y dificultades con la memoria. Empeoramiento de enfermedades crónicas que coexisten (como la diabetes) y pérdida o aumento del apetito. |
Problemas en el sistema nervioso autónomo: aumento de latidos cardíacos, alteraciones en la presión arterial o en la respiración, náuseas, vómitos, pérdida o aumento del apetito. |
Ansiedad, agitación, irritabilidad. Pensamientos negativos, de suicidio, de muerte. |
Hiperactividad, evitación de la situación temida, temblores, llanto, etc. |
MÉTODOS DE PREVENCIÓN
• Establecerse e integrase a un grupo para generar nuevas amistadas, mantenerse con actividades y compartir momentos de ocio. Es importante que todas las personas mantengan buenas relaciones con el entorno, ya sea la escuela, el ámbito laboral, la familia, etc.
• Tener objetivos y perseverancia para cumplirlos. Es importante aprender a desarrollar nuevos objetivos, proyectos o sueños cuando uno de ellos se frustra.
• Mantenerse activo: realizar actividad física, programarse tareas en los tiempos libres, romper la rutina, aprender cosas nuevas, etc.
• Considerar tiempo para uno mismo, para descansar y hacer realmente lo que nos da placer, ya sea mirar una película, caminar, dormir, cocinar, etc.
• Rodearse de mensajes positivos y procurar adoptar una visión optimista de la vida.
• Ocuparse del cuidado físico y el aspecto personal.
• Conversar los problemas, exteriorizar los sentimientos.